jueves, 26 de agosto de 2010

Capítulo 14: Miedo


Capítulo catorce: Miedo

PVO Draco


Soy un auténtico cabrón.

No voy a negar lo evidente: mi culpabilidad ante la huida de Granger. Tampoco negaré que saberme autor de la hazaña me hinchaba de orgullo. Llegar al límite de su paciencia me divertía; una mera distracción que destacaba mi superioridad sobre ella. Pero no debía haberlo hecho, por el sencillo motivo de que ahora Pelo de Rata estaba perdida por Dublín, capital de Irlanda; lo que equivale a estar jodido hasta el cuello, ¿porqué? Bueno, no llevaba una correa al cuello para localizarla como a un perro, aunque me hubiese encantado, y patearme la ciudad no era precisamente una de mis actividades nocturnas favoritas. Tendría que haber salido en su busca nada más largarse, me dije, apagando el cigarro con premura. Claro que a ese pensamiento llegó demasiado tarde; exactamente treinta minutos. Ahora debía estar más allá de mi campo de búsqueda. No me importaba dejar a Granger abandonada allí, es decir, ¿qué era ella para mí sino el blanco de mi veneno? Sin embargo, tendría que contar con alguien que me cortaría en pedacitos si no aparecía con Doña Perfecta.

Mi madre iba matarme.

Sí, soy mayor de edad, un adulto hecho y derecho, pero una madre es una madre; la mía fue Slytherin, y da miedo. Mucho. En mi mundo el hecho equivale a haberme condenado inevitablemente a la guillotina.

Me quería demasiado para caer por una sabelotodo.

Hice gestos al camarero para que trajera la cuenta mientras sacaba mi cartera. Ya pagado y apurado mi café cogí la chaqueta para salir hacia mi búsqueda cuando una mano morena me detuvo. Era una mano de mujer, de uñas largas, bien cuidadas y lacadas en rojo escarlata. Sus finos dedos, adornados todos ellos con intrincados dibujos en la piel, me sujetaban firmemente por el hombro, como para detenerme si intentaba huir.

- Vaya, Thuban, los años no hacen estragos contigo - antes de escuchar su voz profunda, llena de sensualidad y con acento, sabía de quién se trataba.

Mi corazón bombeaba con rapidez, pero me negué, orgulloso como siempre, a que mi nerviosismo fuera captado por ella y me traicionara. Alcé el rostro con lentitud, intentando ganar tiempo para calmarme y dibujar mi sonrisa de siempre, socarrona y altanera. Sus ojos negros, maquillados en exceso y de pestañas espesas, se veían seductores, engañosamente inocentes cuando se encontraron con los míos.

- Un placer volver a verte, Álika.

Ella sonrió, haciendo que una hilera de dientes blancos, perfectos, resaltaran en su rostro ovalado. Sus facciones seguían siendo hermosas, pero tenían ese encanto de antaño, esa inocencia que me había cautivado cuando apenas éramos unos críos.

- Mientes, querido, pero agradezco el intento. - arrastrando una silla de la mesa, ordenó un vodka al camarero y se sentó, cruzando sus piernas enfundadas en un elegante traje negro - Me alegro que hayas tenido la sensatez de acudir a mi llamado.

- Sentía curiosidad - me sinceré, mientras tomaba asiento de nuevo y encendía un cigarrillo. Necesitaba calmarme, necesitaba salir de allí - Después de todos estos años, pensé, ¿qué hace una princesa del clan Dahara, bajando de su palacio en las estrellas y dignándose a dirigirme la palabra?

- ¿Es rencor lo que percibo en tus palabras?

- No, nena, es ironía, y tengo un doctorado en ella.

- Has cambiado, Thuban.

Alcé una ceja, fingiendo sorpresa.

- ¿Acaso tú no?

Álika permaneció un rato en silencio, tomando a sorbos su vodka. Sus ojos me recorrieron, examinando mi atuendo, mis rasgos, deteniéndose más de lo necesario en mi boca.

- Alim me ha enviado para advertirte - soltó a bocajarro, lo que hizo que todos mis sentidos se pusieran en alerta un segundo, para luego dar paso a la calma.

Alim era el profeta del pueblo, jefe de las tribus del Tassili y padre de Álika. Era, en resumidas cuentas, el vidente de la tribu. Así lo anunciaron las constelaciones cuando nació. Su nombre en árabe significa “Sabio”, y como todos en el clan Dahara el nombre era elegido en virtud de la lectura de los cielos, ya que la magia de las tribus del Tassili eran más arcaicas, ancestrales, y se regían por las estrellas. Tu destino, según decían, estaba escrito en ellas, y nada ni nadie podía cambiarlo. Thuban, el apodo que Álika me había puesto años atrás, era de hecho la estrella alfa de la constelación Draco.

- ¿Advertirme de qué? Ya sabes que no creo en esas cosas - me incorporé lentamente, haciéndole una leve reverencia con sorna - Y ahora, tengo que ir a solucionar…

- Los astros no mienten, Thuban, y lo sabes. Ellos le susurraron a mi padre que Lucius anda por el Desierto Rojo - aquella información hizo que mi cuerpo se tensara inmediatamente. Tuvo que leer el recelo en mi rostro, porque añadió - Ya le dije a Alim que no me creerías, incluso le sugerí que enviara a otra persona, pero insistió que fuera yo. -al ver que no hacía caso, habló con voz más angustiada - Thuban, escúchame, no te miento. Raika asegura que lo vio, y Karim también. Estaba allí, hace cinco días. A ellos no les has perdido la confianza, ¿verdad? Te confirmarán mis palabras si les envías una lechuza.

Apagué el cigarro con fuerza, quemándome la punta de los dedos. Sí una lechuza, como si fuera tan sencillo. El mensaje tardaría días en llegar, al igual que la respuesta, y mi reloj biológico sabía tan bien como yo que no había tiempo. Debía arriesgarme, confiar en su palabra.

Vale, esto no estaba previsto. Me esperaba de todo, menos este problema, que se sumaba de paso a los que ya tenía. Los aurores habían peinado toda la zona de Inglaterra, pero los muy estúpidos ni siquiera se habían planteado que Lucius estuviera oculto en otro país. Claro, con el inútil de Potter a la cabeza y pelo de zanahoria secundándole, cómo van a hacer algo de provecho los aurores. Lo peor es que yo tampoco tuve la idea de vigilar Tassili. Fruncí el ceño, devanándome los sesos por encontrar un hueco donde encajara la historia que Álika me contaba.

- ¿Y qué busca mi padre en el Desierto Rojo? - pregunté, pero como respuesta obtuve un encogimiento de hombros.

- Ni idea, pero Alim augura sombras. Y tinieblas. Con esa predicción, algo bueno no debe ser - se llevó su copa a los labios con coquetería, mirándome atentamente - Me han comentado que te has comprometido.

Arqueé las cejas.

- Drástico cambio de tema.

Sus ojos brillaron, la impaciencia se reflejaba en ellos.

- Contéstame.

- Mi vida no es de tu incumbencia, Álika. No desde que me dejaste para casarte con un líder de otro clan, diez años mayor que tú, por cierto.

-Felicidades - me susurró, haciendo dibujos en la mesa con la uña del dedo índice e ignorando mis palabras - No me sorprende que te cases, aunque debo admitir que me la esperaba más… no sé, ¿elegante? Correr por las calles de Dublín con esta lluvia y descalzada no es propio de una dama. Incluso yo que me he criado en el desierto lo sé.

Mierda.

No estaba hablando de Astoria, sino de Granger, lo que, en resumidas cuentas, me dejaba entrever dos cosas:

1º- Álika me estaba vigilando, y no de ahora, sino de antes.
2º- Me iba a ahorrar el trabajo de tener que patearme medio Dublín en busca de la empollona.

Una de cal y otra de arena.

Me levanté como un resorte, asiéndola del brazo y acercando su rostro al mío.

- ¿Dónde está ella?

Todos los presentes nos miraron, y al instante apareció a mi lado un hombre alto, fornido, vestido con ropa muggle oscura y cara de querer machacarme la cabeza. El recién llegado se interpuso entre nosotros, pero Álika alzó la mano para detenerle y volvió a internarse en las sombras del restaurante. Poco a poco volvimos a sentarnos, y los comensales volvieron a sus platos y charlas.

- Calma, Thuban. Mis hombres la retienen en un pub llamado Barrons, justo a dos manzanas de aquí. Sigue recto hacia la derecha y no tiene pérdida. Por si te interesa, estaba bien cuando la dejé a cargo de ellos… -me informó sonriente, inclinando la cabeza hacia el fortachón - bueno, mojada y borracha, pero intacta, que es lo importante. ¿Quién iba a decir que una bruja de sue statura podría beber tres copas de una sentada? - luego se deshizo de mi agarre y me acarició el rostro, apartándome el cabello de la frente con sus dedos. Aspiré el aroma que desprendía su muñeca con disimulo. Olía a clavo y jazmín - No te recordaba tan guapo. En mis sueños, siempre te veo como aquel joven de dieciséis años con el que me escapaba a ver las estrellas.

Puse mi mano sobre la suya, apartándola de mi piel con dureza. Dolía como el demonio. Ella, sus recuerdos, la fidelidad que le profesé en su momento, la lealtad que creía mía y traicionó.

- Ese niño murió, Álika, y con él todo lo que un día fuimos - ella desvió la mirada, incómoda de repente - Si ya no tienes más asuntos que tratar conmigo, debo irme.

Pasé por su lado hacia la salida, pero me retuvo por la muñeca. Sus ojos oscuros tenían una luz oscura, espectral, que los hacía tenebrosos y peligrosos.

- Ella no es rival para mí.

- Evidentemente - coincidí -. Tú hace años que perdiste.

Y salí de allí, dejando a mis espaldas a la única mujer que había amado en la vida, la única que me había dolido, y la última que me lo volvería a hacer.

Aunque para ello tuviera que hacerle creer que Granger era mi prometida.

Joder, qué bajo he caído.

******

When the night has come
And the land is dark
And the moon is the only light we see
No I won´t be afraid
No I won´t be afraid
Just as long as you stand, stand by me



Mientras tarareaba entre susurros Stand by Me interpretada por John Lennon, Theodore Nott supo que jamás había sentido esa tranquilidad. No quería comer, ni soñar despierto, mucho menos dormir -lo que era algo novedoso-. Simplemente deseaba disfrutar de esa extraña paz que había a su alrededor. La habitación de Luna permanecía en penumbra, y las velas creaban un aura de sombras que se perdían entre las esquinas de los escasos muebles, seres sin alma testigos de lo que ocurría. Los bocetos continuaban esparcidos por el suelo, y el olor de la pintura se mezclaba en su nariz con el que desprendía la mujer que yacía junto a él. Aspiró nuevamente, y una sonrisa fue dibujándosele lentamente en la comisura de la boca. Recreándose en la acción, acarició el largo y enredado cabello de Luna Lovegood, y ella afianzó más su agarre alrededor de la cintura de Theo, hundiendo la cabeza en su cuello. Cuando notó los labios de ella, se estremeció sin poder evitarlo.

Silencio, tranquilidad, paz. Palabras con lindos significados pero inexistentes en su vida. Mirando el techo decorado con estrellas brillantes, Theo se dio cuenta que no había tenido un momento sereno en su vida, ni siquiera cuando la Gran Guerra terminó y tanto él como sus amigos fueron absueltos de los cargos. Atrás quedaron los días oscuros, sí, pero por delante le esperaban años de rumores, cuchicheos y desconfianza. No había que ser muy listo para percibir el desconcierto que causaba su presencia cuando visitaba a Pansy en el Ministerio, o cuando era invitado a una de sus fiestas. La sombra de su padre, de los errores cometidos eran una fuerte carga que llevaba como podía. A veces la presión era tal que deseaba haber matado de verdad.

And Darling, Darling, stand by me
Oh now, now, stand by me
Stand by me
Stand by me



Y apareció Luna y su locura. Un vendaval de brisa fresca que le desarmó por completo, un terremoto que sacudió los cimientos de su cuadriculada vida. Luna era como un resfriado de los gordos: Un día empiezas moqueando y al otro acabas metido en cama y con fiebre sin poder hacer nada por evitarlo. Ella era así. Entraba sin llamar a la puerta, con su sonrisa anclada permanentemente en los labios, y sus ojos azules y saltones chispeando de alegría prometiéndote un mundo perfecto de fantasía, más allá de toda frontera conocida donde sólo estén ella y tú. Tú y ella.

Y nadie más, porque realmente no se necesita a nadie más.

- ¿Theo? - se sobresaltó al percibir lo bonito que parecía su nombre en los labios de ella.

- ¿Sí?

- ¿En qué piensas?

Nott acomodó su brazo bajo la nuca, y suspiró pesadamente. Mirando al techo, susurró la letra de memoria.

- Si el cielo que vemos encima se desmoronase y cayese y la montaña se derrumbase sobre el mar. No lloraré, no lloraré. No derramaré ni una lágrima… siempre que estés a mi lado.

Luna se apoyó en su codo, incorporándose de la cama. Sus ojos reflejaban diversión, pero también sorpresa.

- ¿Eres un poeta? - preguntó con inocencia. Nott soltó una carcajada, negando con la cabeza.

- El poeta fue Ben E. King, y el maestro que interpretó ésta canción fue John Lennon, aunque también lo hizo un grupo llamado Temptations.

Luna frunció el ceño.

- ¿Desde cuando eres tan ducho en la música muggle?

Theodore Nott se encogió de hombros, apartando incómodo el brazo del cuerpo de la bruja. Luna permaneció en su sitio, con la cabeza apoyada en su mano y contemplándole.

- Secreto de Slytherin.

Luego permanecieron en silencio, roto cuando Theo se movió para alcanzar el vaso de agua que había en la mesilla de noche. Mientras bebía, escuchó la voz de Luna a su espalda.

- Theo, quiero acostarme contigo y tener un orgasmo.

No le dio tiempo a preguntar “¿qué?” o “¿estoy soñando?”, porque todo sucedió muy rápido. Theo se atragantó con el agua, luego apoyó mal la mano, y eso sólo condujo a que su trasero acabara en el suelo, seguido de un micro-baño cortesía del agua que aún quedaba en el vaso. Mientras intentaba recobrar la compostura, Luna le daba pequeños golpecitos en la espalda desde la cama.

- Ey, ¿estás bien?

- ¡Joder! ¡No, no estoy bien! ¡De hecho, nada bien!

Nott se apartó como si quemara, dejando al menos medio metro de distancia. Sus ojos oscuros estaba abiertos, muy abiertos, y observaba la expresión inocente de Luna como si fuera la peor de las pesadillas.

- Tú… ¿cómo dijiste eso?

- ¿Decir qué? ¿Lo de tener un orgasmo? -preguntó ella sin comprender.

- ¡Exacto! - estalló Nott, y al parpadear algunas gotas se desprendieron de las pestañas - No puedes decir que quieres acostarte conmigo de esa forma.

- ¿De qué forma?

- ¡Pues tan inocentemente! - le aclaró él, su cara ahora roja como un tomate - Es como si hablaras del tiempo, cuando lo que me estás pidiendo es que mantengamos…

- Sexo - le cortó Luna.

Theo soltó un gemido y puso los ojos en blanco.

- ¡Pero es que suenas tan brusca!

- Aaaaahhhh - y Luna extendió mucho la vocal “A”, lo que dio a entender al Slytherin que había comprendido. Se aclaró la garganta, y luego sonrió con simpatía - Espera, te reformulo la pregunta: Theodore Nott, ¿quieres, por favor, si no te importa, mantener relaciones sexuales, echarme un polvo o, en su defecto, hacerme el amor esta noche?

- ¡Luna!

- ¡¿Qué?! - ella parpadeó, intentando comprender el verdadero motivo de su enfado y sonrojo. Quizá no se sentía lo suficientemente atraído por ella, o tal vez era virgen o… Lentamente se llevó una mano a la boca, sorprendida con su descubrimiento - ¡No me digas que sufres del “síndrome de la varita flácida“!

- ¿Del qué?

Y para demostrarle lo que significaba, Luna levantó su dedo índice, bajándolo de un golpe formando una parábola en el aire. Theo pasó al morado en cuestión de segundos, y su ego quedó hundido tres kilómetros bajo el subsuelo.

- ¡OH, joder, no! - exclamó, a la vez que se llevaba una de sus manos a sus partes más íntimas - ¡Mi varita funciona estupendamente!

Luna sonrió aliviada, y sin perder el tiempo o esperar más respuestas se desprendió de la camiseta que llevaba. Lucía un simple sujetador azul eléctrico, pero la prenda casi ocasiona un ataque asmático a Nott, que miraba embobado sin poder apartar sus ojos del cuerpo de la bruja mientras hiperventilaba. Mierda, ¿qué haría Draco en esta situación? Bueno, no había que ser muy listo para dar con la respuesta. Luna fue gateando hasta el borde de la cama, estiró un brazo y sujetó a Theo por la barbilla, atrayéndolo sin remedio hacia ella y la perdición.

- Theodore Nott - susurró sobre su boca, y él juraba haber escuchado el ahogo de una risa - Tú me gustas. Yo te gusto. Y me encantaría que mi primera vez fuese contigo.

Y seguidamente lo besó, y Theo rezó a las estrellas para que el corazón no escapara por su boca y las mariposas del estómago dejaran de arañarle. Sin poder remediarlo comenzó a temblar.

- ¿M-m-mmmme esssstásss d-d-dddddiciiiiiennnnndo qque eeeeressss virgen?

- Sí.

- Ah - y no supo qué decir, o qué hacer, porque esto era terreno resbaladizo para él.

Jamás había llegado a tener una virgen en su cama, ni conocido ninguna más allá de los dieciocho años. Y ahora había una ahí, una Luna Lovegood inmaculada, en sujetador y esperando a que él hiciera lo que debía hacer. Pero, ¿el qué?

- Luna, yo no puedo - le confesó huyéndole la mirada - ¿Y si te hago daño? ¿Y si no disfrutas? ¿Y si…?

- ¿… me caigo mañana y muero? - terminó ella, y cuando Nott volvió a mirarla, vio la determinación reflejada en sus iris azules a juego con el rictus de impaciencia en la boca - Todo puede pasar en esta vida. No es un camino de rosas, sino pedregoso y duro como el peor de los desiertos. Si encuentras una piedra, ¿la bordeas y te desvías de tu camino, o por el contrario la saltas? - él no le respondió - Yo quiero hacerlo, tú quieres hacerlo. Y he esperado mucho a alguien como tú para dejarte marchar ahora, ¿entiendes?

- Sí - musitó impresionado, y Luna lo acercó más, la mirada fija en sus ojos negros.

- Entonces bésame y no hagas a una dama esperar. Es de mala educación.

Y ante eso, Theo sólo pudo obedecer.


*******

VPO Hermione

Estar borracha es la sensación más increíble del mundo. Sentir el alcohol derramándose por tu garganta como lava líquida para luego dar paso a un mareo momentáneo que se convertía en desinhibición resultaba inquietante, pero no por ello menos agradable. Nunca en mi vida había bebido para olvidar, pero después de lo sucedido con Malfoy, lo único que me apetecía era borrar de un plumazo la escena del restaurante.

Podía mentirme a mí misma una y otra vez, pero en mi interior yo sabía que las palabras de Malfoy eran ciertas: Tenía miedo a vivir. Cuando tuve que pasar por el doloroso momento de poner fin a mi relación con Ron, quedé destrozada. Había luchado contra mortífagos en mi juventud, encarado a la muerte con valentía, y sin embargo no podía hacerle frente al vacío que se instaló en mí tras la ruptura. Respiraba, comía, iba al trabajo, dormía. Todo lo realizaba con calculada precisión, procurando salvaguardar lo poco que me quedaba de cordura. Era una muerta en vida. Intentaba que no se notara el nudo de la garganta cuando Ron aparecía con otra chica, o cuando Pansy venía contando sus muchas andanzas en camas ajenas. Evitaba no mirarles a los ojos para que no percibieran el anhelo en ellos. Ponía buena cara, sonreía y fingía que me daba igual, cuando realmente no era así. Resultaba más sencillo que admitir mi derrota, asimilar lo que realmente veía en el espejo todas las noches: Que esa ya no era yo.

Ya no tenía vida, ni sueños, porque todo lo que una vez había deseado -una familia, hijos, un trabajo decente- no existía. Fue así como dejé de salir, de interesarme por los chicos, por reestructurarme. Simplemente dejé que el resto de las personas que me rodeaban vivieran por mí. Ese es el motivo de desayunar con mis amigas. Cuando me cuentan sus secretos, sus idas y venidas en este mundo, yo me siento ellas. Vivo a través de sus ojos, siento los besos que les dieron como míos, sus triunfos y decepciones. Lloro, sonrío y siento, pero es sólo un espejismo. Y así sobrevivo mejor, observando como la montaña rusa que es la vida pasa a través de ellas sin mirarme siquiera, sin herirme o partirme en trocitos como cuando rompimos Ron y yo.

Me resulta más liviano convivir con los fantasmas ajenos que con los míos propios.

Malfoy lo había descubierto.

Le hice una seña al camarero para que rellenara nuevamente mi copa, escuchando con ello el gruñido del hombre trajeado y fornido que estaba a mi derecha, ¿o era mi izquierda? Habían aparecido tres de ellos de la nada, y casi en volandas y con escuetas explicaciones me habían arrastrado a este club en el que jamás hubiese entrado de no ser porque no tenía fuerza ni para negarme.

Lo miré unos instantes, parpadeando varias veces, porque ya me costaba enfocar la mirada en algo fijo, aunque ese algo tuviera dos metros de altura y fuera una mole indestructible. No sabía cual de ellos era, porque todos me parecían iguales, uniformados de negro, con gafas oscuras y gesto huraño. Como habían dejado claro que no me dirían sus nombres, acabé nombrándolos interiormente como Gorilas a todos.

- No hago nada malo, es sólo una copa - le dije al fortachón, y noté mi voz pastosa, trabándoseme la lengua a mitad de la frase. Tras sus gafas oscuras, sabía que escondía una mirada de desdén y reproche hacia mis actos.

- Acabará en coma si sigue a este ritmo.

- Mi sueño hecho realidad - repuse, con una sonrisa tonta en los labios. Luego de darle un sorbo a mi copa decidí ignorarle un rato y concentrarme en la pista de baile - ¿Crees que podría bailar? Nunca he bailado, es decir, no en un pub de este estilo. Mis amigas suelen ir de fiesta, pero yo siempre me quedo en casa estudiando, o leyendo, y nunca salgo. ¿Sabías que el noventa por ciento de los adolescentes prueba el alcohol a los quince años? Las estadísticas afirman…

- ¿Siempre es así de charlatana? - me cortó Gorila. Me sentí herida, y tuve ganas de llorar. Carraspeé para que no se me notara en la voz.

- Bueno, soy inteligente. Me gusta hablar de lo que sé.

- Y a mí me gusta cortar las lenguas de muchachitas borrachas y sabelotodos. Así que cállese y espere sentada. Con un poco de suerte pronto vendrán a por usted y nos librarán de la tortura.

Hice lo que me dijo, pero a los diez minutos estaba aburrida de permanecer sentada, sin hacer nada aparte de mirar como los cuerpos se balanceaban al son de la música. Recorrí sin entusiasmo las paredes negras del recinto, los cuadros fluorescentes de imágenes del demonio y bestias acompañados de muchachas voluptuosas y curvilíneas. Una bola ubicada en el techo lanzaba rayos verdes y azules a la pista, dejando entrever las sombras, todas ellas recubierta con poca tela, que retozaban con la música. Una pareja más o menos de mi edad bailaban a un par de metros. Vestidos con traje y pantalones estrechos de color negro, a juego con un maquillaje de sus ojos y sus labios, sudaban y se contoneaban con una sensualidad envidiable, rozándose con descaro para, de vez en cuando, acabar metiéndose mano o besándose apasionadamente. La mujer llevaba el cabello largo sujeto en una coleta, y le sonreía a su acompañarte, un chico de rasgos finos y mirada ardiente que no para de pasarle la mano por el vientre, jugueteando con el piercing que ella llevaba en el ombligo. La tensión sexual se palpaba en el ambiente.

- Algunas veces echo de menos tener compañía - el pensamiento salió de mi boca antes de darme cuenta. Gorila bufó, y por primera vez lo vi hacer el amago de sonreír.

- Puede comprarse un perro.

- No me refería a esa clase de compañía, sino a tener una pareja - tomé un sorbo de mi bebida, y agaché la mirada. No sé porqué, pero ahora estaba triste - Hace años que nadie me dice algo bonito, o me regala flores, o tengo una cita. Ni qué decir del sexo.

- Creo que eso es algo de lo que prefiero mantenerme ignorante.

- Oye - le espeté, dándole un codazo amistoso en sus costillas - que te estoy abriendo mi corazón.

- Pues vuélvalo a cerrar bajo llave. Joder, no estamos en el show de Willelmina.

- Oh, - no pude evitar soltar una carcajada - ¿Es ese donde las brujas mandan cartas para contar sus penas?

Otro fortachón se acercó a nosotros, acodándose al otro lado. Eran tan grandes que por un momento me sentí intimidada.

- Pues el otro día una bruja llamada Unicornio de Sussex le escribió una carta en la que relataba con pelos y señales cómo había convertido a la amante de su marido en un zorro.

- Tío, eso no es nada - un tercer Gorila apareció ante nosotros - Un tal Bujito Cachondo le preguntó si era una enfermedad el que le gustara pasar más tiempo con las cabras en el establo que en la cama con su pareja.

- ¿Y qué me dices de..?

Media hora más tarde y con tres copas más en mi estómago, me vi rodeada por cuatro hombretones envueltos en testosterona que discutían abiertamente sobre sus sentimientos, cartas de anónimos, y si esa Willelmina sería tan sexy como lo parecía por su voz en la radio.

- Pone un tono casi lascivo cada vez que pronuncia la palabra “sexo”, ¿no os habéis fijado? Me apuesto mil galeones a que le encanta recibir cartas sobre los asuntos de cama ajenos.

- Tal vez sea una pervertida - aduje, y cuando ellos me miraron como un bicho raro, me encogí de hombros - Bueno, no es que los que le escriban sean mejores que ella, ¿a quién se le ocurre hablar de sus asuntos privados con alguien que no conoce?

- Eres una mojigata, Jean - me dijo Gorila, el que estaba situado justo enfrente - Deberías vivir la vida.

- Ahmed tiene razón - intervino otro, el sentado a mi derecha - Seguro que eres de esas que piensan que tener sexo sin compromiso es lo peor del mundo. Como que me llamo Urian a que tengo razón.

- ¡Yo no soy así! -exclamé, frunciendo los labios mientras casi me atraganto con la aceituna que masticaba ¿y cuándo habían empezado a llamarme Jean? - Sólo opino que para meterte en la cama con alguien debes sentir algo por esa persona. Nada más. ¿Sabéis cuántos embarazos indeseados se dan por mantener relaciones con un extraño?

- Eso puede ocurrir tanto si lo conoces como si no - afirmó el situado a mi izquierda, ¿cómo dijo antes que se llamaba? ¿Hassan?.

Los otros dos asintieron, dándole la razón.

- ¿Y qué me dices de un beso? - preguntó Gorila Ahmed con tono burlón - ¿Has besado a alguien simplemente porque te apetecía? ¿Por instinto y atracción?

La imagen de Malfoy besándome en la discoteca gay me vino rápidamente a la cabeza, haciendo que mi estómago se retorciera y un sudor frío recorriera mi espina dorsal. Recordé sus labios exigiendo respuesta, aquel tacto tan suave y a la vez posesivo. Su mano en mi cintura, atrayéndome a él sin que yo hiciera nada por evitarlo. Sabía a whisky, y a especias. A menta y algo más ácido, como limón. No sé porqué, pero empezaba a hacer calor. Intenté que el pensamiento quedara envuelto en una nube, sin darle más crédito del que debía.

- Un beso no significa nada - murmuré - Un beso es sólo un beso.

- Ah, no - me contradijo Urian, haciendo gestos teatrales con sus manos - Un beso es más que eso. Puede ser el comienzo de algo, el final de un todo. Mover montañas por el simple hecho de conseguir el siguiente. Es la espera y la ilusión, la tristeza o el anhelo. Un beso puede hacer nacer los sentimientos adormilados de un helado corazón.

Todos nos quedamos en silencio, mirándole consternados.

- Eso ha sido muy bonito - dije, casi al borde de las lágrimas.

- Sí, tío - corroboró Ahmed, pasándole un brazo por los hombros a la vez que metía un dedo bajo las gafas para limpiar una lagrimilla furtiva - Eres todo un poeta.

- Y de los buenos - añadió Hassan, al que le temblaba la barbilla -. Haces que quiera besarte y todo.

Urian se envaró.

- Ni lo intentes.

- ¿Y un abrazo?

- ¿Sabes el significado de eunuco? - nada más escuchar la palabra, Ahmed se cruzó de brazos enfurruñado.

- Aguafiestas.

En ese momento la canción que sonaba se acabó, y otra comenzó al sonar dos segundos más tarde. La pista estaba llena aún, y la gente no paraba de moverse con la música. Todos manteníamos nuestras copas en la mano, cabeceando de vez en cuando para seguir el ritmo atronador mientras observábamos a las parejas y grupos mezclándose con el vaivén de las caderas.

- Oye, Jean, ¿aún quieres bailar?

- Claro, Ahmed.

Entonces me tendió la mano, y los cuatro nos movimos hacia la pista como si fuéramos una piña. No sé si fue a causa de la música, o el alcohol, o quizá que estábamos demasiado juntos, pero no me costó nada apartarme del mundo. Olvidé quién era, con quién estaba y qué había ocurrido antes de salir a bailar. Borré de mi mente el que mañana quizá ya no estaría en este mundo, que nunca más me besarían, y me lancé de lleno a disfrutar el momento como nunca antes había hecho y como siempre había deseado. Ya no era Hermione la tonta, la mojigata y sabelotodo. Ahora, rodeada de tanta testosterona me sentía sexy, atractiva. En una palabra, mujer.

Sólo me importaba moverme, sin reparar en mi traje demasiado corto que me subía por los muslos, o que Ahmed, o Hassan me había cogido de la cintura y pegado a él con descaro.

Simplemente quería olvidar y bailar.

Bailar y olvidar.

*****

PVO Draco

Nada más poner un pie en el club, supe que Barrons era el reino prohibido de la sensualidad. El local era amplio, de paredes oscuras y decorado con un estilo gótico que brillaba por la ausencia del buen gusto. Tanto los camareros como los clientes vestían de negro, encaje y vinilo a juego con todo el mobiliario. Tenía la sensación de estar en un agujero oscuro que olía a sexo, alcohol y tabaco.

- Qué lugar tan interesante. - Álika se posicionó a mi lado, sus ojos excesivamente maquillados brillaban de diversión. - Aquí uno podría perderse en el desenfreno, ¿no te parece?.

Ignorando su comentario, oteé el tumulto de cabezas intentando distinguir a Granger entre ellas, pero con tanta gente era como buscar una aguja en un pajar. Una chica de labios rojos y ojos azules me hizo gestos desde la barra para que me acercara, mientras que cruzaba y descruzaba las piernas enfundadas en medias de rejillas con descaro, creando en mi mente ciertas imágenes. Álika siguió mi mirada y gruñó, acercándose aún más a mí. Si no fuera porque necesitaba encontrar a pelo de rata, quizá hubiera mantenido una larga conversación con la chica acerca de lo que los labios rojos pueden llegar a hacer en ciertas partes del cuerpo. Pero debía encontrar a Granger, sino mi madre me convertiría en comida para dragones ipso facto. Cabeceé para que Álika me siguiera, y poco a poco nos fuimos abriendo paso entre la gente hasta llegar a uno de los laterales de la pista de baile.

- ¿Estás segura de que la trajeron aquí? - Álika asintió. - Tal vez la hayan llevado a otro club.

- No. Tiene que estar por alguna parte. Mis hombres nunca desobedecen una orden, y les dije claramente que esperaran aquí.

La música sonaba interrumpidamente, y los grupos pequeños se movían con gracia por la pista, haciendo que sus melenas ondearan con los movimientos. Un par de chicos pasaron por nuestro lado en dirección al baño, y uno de ellos volcó parte de su copa en el vestido de Álika, la cual les explicó en pocas palabras dónde metería esa copa si no desaparecían pronto de su vista. El calor era asfixiante, y el suelo, que imitaba un tablero de ajedrez estaba resbaladizo.

- Esto es una pérdida de tiempo - me gritó al oído para que la escuchara por encima de la música - Volvamos a la barra.

Pero cuando me di la vuelta para seguirla, me quedé congelado en el sitio. Granger estaba allí, bailando encima de la barra del bar.

- Vaya, Thuban, tu prometida sí que sabe montárselo bien.

Estaba descalza, y el recogido que llevaba se había deshecho, dejando su melena castaña libre de las horquillas. En una de sus manos llevaba una copa que casi estaba vacía de tantos tumbos que le daba, y en la otra, un cigarro a medio consumir. Un grupo numeroso observaba sus contoneos de cadera, vitoreando y animando cada vez que ella se agachaba y se levantaba de un modo hipnótico y sensual. El traje dorado se pegaba a sus escasas curvas como una segunda piel, y cuando flexionaba las rodillas la tela se deslizaba un par de centímetros hacia arriba, dejando al descubierto una gran porción de sus muslos. De vez en cuando daba una vuelta, y entonces se tambaleaba, pero pronto volvía a coger el ritmo.

Me dije una y otra vez que debía ir allí y ponerla en su sitio, gritarle y zarandearla o burlarme de ella. Pero no me movía, no hablaba, no hacía nada. Simplemente la contemplaba allí, quieto, mientras ella seguía con ese baile que, de ser otra persona, parecería increíblemente sexy.

Tal vez lo fuera.

Pelo de rata, para mi gran asombro, había evolucionado de mojigata a mujer en un solo latido. No parecía ella. Era como si su ser se hubiera fragmentado en dos partes, dejando a la Granger listilla sepultada bajo el trasero de la Granger casi atractiva. O sin el “casi”. Su cabello enmarañado ya no me parecía tan feo, y su cuerpo, que había tachado de insulso, parecía esconder más de un secreto. Una porción de alma que ella no dejaba ver nunca estaba allí en pie, expuesta al mundo sin titubeos, con seguridad y feminidad. Quería indagar más, mucho más de lo que mi pensamiento racional me dejaba admitir. Por primera vez en toda mi existencia, me sentí atraído por esa parte desconocida de Granger.

Y eso, daba miedo.

El pánico se apoderó de mí cuando tomé conciencia de mis pensamientos. Años atrás dibujé una línea divisoria entre ella y yo, un límite en el que estaba seguro, a salvo, que no debía ni deseaba traspasar. Pelo de rata era una sabelotodo, amante de los libros, amiga de Harry Potter, sangresucia y totalmente asexual. Pero ese límite autoimpuesto se estaba yendo a la mierda a pasos agigantados, y eso era algo que no me podía permitir. No podía sentirme atraído por Granger, no quería. El hecho equivaldría a perder mi alma en el infierno. Y ya había dado demasiado como para renunciar a lo poco que me quedaba.

Mi vida se estaba volviendo un caos y no sabía cómo manejarla, hacerla volver al camino que tenía trazado de antemano. En pocos meses estaría casado, atado a una mujer a la que no amaba, pero que consideraba lo suficientemente buena como para pasar el resto de mi vida a su lado. Astoria es guapa, inteligente, con unos antepasados envidiables y un estatus social que me abrirán las puertas a nuevos proyectos. Ella se merecía que la amasen, pero por mucho que me lo propuse, lo nuestro no pasaba de una mera atracción sexual. Y estaba bien, es decir, ambos sabíamos lo que había, y lo aceptábamos porque queríamos, no porque nos lo hubieran impuesto. Era mi decisión. Yo decidí condenarme a pasar el resto de mi vida a su lado, con todo lo que conllevaba el hacer esa promesa. No iba a huir de mis obligaciones, y no estaba dispuesto a dejarme embaucar ni por una niña de labios rojos, ni por una sabelotodo con aspiraciones a stripper. No tiraría por la borda mi futuro por un mero revolcón.

Conté hasta diez y respiré profundamente. Joder, necesitaba un cigarrillo y una copa. No, mejor una botella entera. Palpé en mis bolsillos en busca de la cajetilla de tabaco, saqué uno y me lo lleve a la boca, pero hasta ahí llegué, porque en ese momento en el que me disponía a encenderlo dos tíos trajeados subieron a la barra para hacerle compañía a Granger. El cigarro se me cayó al suelo.

- Oh, joder.

- Bueno, bueno, - Álika parecía estar pasándoselo en grande - ¿nadie le ha explicado a la niña el significado de la palabra fidelidad? Thuban, deberías atar a tu prometida con una correa. Si desaparece en tu noche de bodas, búscala en el club más cercano.

- ¡Cállate! - le grité - Esto no te incumbe.

Sentí un regusto amargo en la boca, y sin saber si Álika me seguía o no, me dirigí con paso ligero hacia la barra del bar, abriéndome paso a empujones entre el gentío. La sangre hervía en mis venas, y sin explicación alguna quería sangre. Preferiblemente la de una rata de biblioteca.

Cuando llegué a los pies de Granger, ella ya estaba apretujada entre los dos hombretones, ambos con sus manos puestas en la cintura y la cadera de ella. Parecía una reina haciendo realidad su fantasía sexual. Cien por cien hedonismo. Para mi gran asombro, Sabelotodo estaba disfrutando de aquello. Sus ojos oscuros brillaban bajo las luces del local, y su sonrisa era tan exagerada que le hacía parecer una tonta redomada. Uno de sus brazos rodeaba el cuello del chico que tenía enfrente, mientras el otro permanecía estirado con la mano enredada en los cabellos del que la asediaba por detrás.

Por mi mente pasó la idea de sacudirles un par de puñetazos a los acompañantes, pero luego deseché la idea porque, seamos sinceros, estaba en clara desventaja. Soy un cabrón, pero uno inteligente. La magia estaba descartada, más aún en un lugar como aquel en el que había más de veinte pares de ojos y cualquiera podría ver algo. No me quedaba más remedio que centrarme en ella. Pero, joder, era complicado. Encaramada allí arriba parecía más altiva y orgullosa que cuando soltaba una de sus retahílas de memoria, incluso aunque se notara que estaba hasta las cejas de alcohol y apenas lograba coordinar un movimiento con decencia.

Piensa, Draco.

Pero no tuve tiempo de pensar, porque el chico que la tenía cara a cara le estaba bajando la mano por el dobladillo del vestido. Sin reparar en lo que hacía, me acerqué a su pierna y le metí un mordisco en la pantorrilla.

- ¡Ah!¡¿pero qué…?! - al bajar el rostro para ver su pierna, nuestras miradas se encontraron. Frunció el ceño de inmediato-. ¡Me has mordido, pedazo de anormal! ¡Me has mordido!

Bien, no iba a negarlo, era más que evidente que lo había hecho. Le hice un gesto con la mano, señalándole el suelo.

- Baja de ahí. Inmediatamente - mi tono fue frío, pero por dentro bullía como un perro enjaulado.

- ¡No eres mi dueño! - dejó de bailar y se puso las manos en las caderas, plantándome cara desde arriba. El cabello le caía por el rostro, ocultándole parte de sus rasgos - Me dijiste que viviera la vida. Pues bien, eso hago, así que déjame en paz.

- Esto no es vivir la vida, sino humillarse.

- ¿Y tú que sabes? ¡Sólo eres un niño malcriado que disfruta haciendo daño a los demás!

A pesar de la música, todos los que nos rodeaban estaba atentos a nuestras palabras, y pronto los dos chicos que estaban bailando con ella se apartaron para dejarnos cierto espacio, el suficiente como para llamar la atención del resto de los clientes. Y pese a todo, Granger estaba obstinada en no obedecer. Maldije hasta al infierno.

- ¡He dicho que bajes!

- ¡Y yo te dije que no quiero!

Tensé la mandíbula, y apretando los puños intenté conservar la poca paciencia que tenía.

- Mira, esto no tiene sentido. Baja y así podremos hablar.

- Ya estamos hablando.

Uno de sus pies golpeteaba la barra con insistencia.
- Si no haces lo que digo te voy a…

- ¿Me vas a qué, eh? -tomó un sorbo de su copa, y le dio una calada al cigarrillo, lo que le provocó un ataque de tos, pero ella continuó hablando - ¡Tú… no… puedes… hacerme… nada! - tiró la colilla al suelo, y le dio un trago a lo poco que quedaba de su copa. Sus ojos despedía furia, y odio - Estoy harta de que me insultes, ¡harta de aguantarte! ¡No quiero volver a verte en mi vida! Por muy atractivo que seas yo…

Arqueé una ceja. Vaya, mira tú por dónde, la sabelotodo parecía haber adquirido buen gusto de repente.

- ¿Te parezco guapo?

- ¡No me cambies de tema! - exclamó, y su cara se puso roja al instante - Eres un ser despreciable, arrogante y maleducado que no sabe nada de… - antes de que continuara su discurso la cogí por las corvas en un movimiento rápido. Granger se tambaleó unos instantes, y luego cayó en mis brazos, pataleando y gritando - ¡Ey!¡Suéltame!

- Eso ni de coña. Tú y yo nos vamos a casa, y quiero que cierres ese pico de oro que tienes, o voy a echarte una maldición que lamentarás hasta que quedes sepultada bajo tierra.

El mohín que hizo casi me hace reír.

- ¡Eres un salvaje!

- Sí, pero un salvaje muy guapo.

Y mientras cruzaba el local en dirección a la salida, medio bar empezó a aplaudirme, entusiasmados al parecer por esa escena que acababan de presenciar. Sin embargo, no todo estaba bien. Sentía los ojos de Álika clavados en mi espalda, recorriendo mi nuca. Un escalofrío descendió por mi columna vertebral, y me negué hacerle caso. Granger, mientras tanto, seguía lanzando improperios hacia mi persona, moviéndose como una culebra entre mis brazos. Su aliento declaraba a los cuatro vientos que tenía al menos dos botellas de vodka metida en el cuerpo, y el rímel estaba corrido, pareciendo un mapache borracho. Me hubiese reído de ella si no llega a ser porque no para de lanzarme golpes sin ton ni son.

Tres minutos más tarde, estábamos en la mansión.

******

VPO Hermione

Nos materializamos en el vestíbulo de la mansión, y dos milésimas más tarde, Malfoy dejó caer sus brazos y di con mi trasero en el inmaculado suelo de mármol.

- ¡Hijo de…!

- Vigila tu lengua, Granger, si no quieres que acabe en uno de los orificios de tu cuerpo.

Me aparté el cabello del rostro, levantándome para quedarnos cara a cara, pero Malfoy ya subía los escalones. Lo seguí. Estaba enfadada, muy enfadada. Me lo estaba pasando bien, disfrutando y viviendo el momento que la vida me ofrecía. Hasta que llegó él, como siempre a estropearlo todo.

- Me has avergonzado - le espeté - Idiota.

Él continuaba andando, y juro que escuché cómo se reía.

- Me alegro. Te lo merecías.

- ¡Estaba bailando!

- No, estabas haciendo el ridículo, que es algo completamente diferente. -chasqueo la lengua y pude notar el tono burlón - Con lo lista que eres, y lo cabeza hueca que te comportas.

- Me comporto como me da la gana. Es mi vida. ¡Mi vida! Y no tienes derecho a inmiscuirte en ella.

- Ni quiero hacerlo, créeme. Soy el primero que disfruta cuando te pones en evidencia, pero debía traerte de regreso.

- Yo no te importo.

- Muy vierto.
Aquello fue la gota que colmó el vaso.

- Me dices que vivo mi vida a través de los demás, pero, ¿qué pasa contigo? Sólo te sientes dichoso cuando hieres, cuando ves que la persona que tienes enfrente se queda en nada. No tienes corazón, ni vida, porque no sabes apreciar lo que tienes. Tu egocentrismo y ambición, eso es lo único. Sin emociones, sin amar ni ser amado, ¡porque nadie te quiere!

Malfoy se paró en seco, girándose lentamente. Sus ojos grises me taladraron. A duras penas evité el impulso de retroceder.

- No sabes una mierda de mí.

Hice una mueca de desagrado, cruzando los brazos e instándome a mantenerme firme.

- Nadie es capaz de sentir afecto hacia ti porque eres frío. Estás solo, Malfoy. Tan solo que cuando mueras, nadie recordará tu nombre. Prefiero vivir a través de los demás que mantener mi existencia a tres metros bajo el hielo. Tú no eres humano, y nunca lo serás, porque no sientes nada.

- ¡Cállate! - su ataque de ira me cogió por sorpresa. Estuvo frente a mí en dos zancadas, y sujetándome por un brazo me cargó al hombro como un saco de patatas, quedando mi cabeza a la altura de su trasero.
´
- ¡No, otra vez no!

Pero él no me hizo caso. Avanzó por el pasillo hasta llegar a una puerta. Divisé una cama, un póster de Slytherin, las cortinas de terciopelo. Continuó su camino hasta llegar a otra puerta, y fue entonces cuando me soltó.

Sentí un mareo al enfocar la mirada, pero no tuve duda alguna de dónde nos encontrábamos: Era un baño. Los muebles eran oscuros, y en una repisa plateada había una cuchilla, espuma de afeitar, y varios botes que reconocí como perfumes masculinos. Supuse que era su baño privado. No me impresionó, es decir, no tanto como cuando me di cuenta de que ambos estábamos metidos en la bañera.

- ¿Qué te crees que haces?

Negó con la cabeza, un par de veces, chasqueando la lengua. Sin apartar sus ojos de los míos, se hizo con el poder de la ducha. Su voz esra neutra cuando habló:

- Eres una impertinente. Una niña mala e impertinente. Esa bocaza tuya suelta cosas muy feas, y ya sabes lo que se hace cuando un niño se porta así.

Oh, Dios.

- No te atreverás.

- Pelo de rata, soy un Slytherin- abrió el conducto del agua - Y, como tu bien has dicho, no tengo corazón.

El agua estaba fría, muy, muy fría. Sentí que la piel se me ponía de gallina, y que me asfixiaba por la fuerza del agua al tomar contacto con mi cara. No podía ver, así que a tientas busqué la ducha para apartarla, pero con lo único que topé fue con los hombros de Malfoy. Me aferré a él para no caerme, moviendo mi cabeza de un lado a otro para tomar aire. Escuché su risa, noté que la camisa se pegaba a su piel, al igual que mi vestido. Luego la fuerza del agua me descendió por los pechos, el vientre y las piernas. Cuando pude volver a mirar, ambos estábamos empapados. Tenía el pelo pegado a las mejillas, y los dientes me castañeaban de frío. Malfoy no estaba mejor que yo. Su camisa blanca dejaba marcado cada porción de piel pálida, cada músculo de sus brazos en tensión por mi agarre y el de la ducha. Parecía no tener frío, o no sentirlo, porque su labio no temblaba, todo lo contrario: Sonreía. A través de las hebras rubias, observé sus ojos grises, y supe que aquello lo estaba disfrutando, y mucho. El verme allí indefensa, muerta de frío y casi sin aliento le satisfacía. Pero no iba a rendirme a él, no sin antes luchar.

- Bastardo.

- Sabelotodo.

- Egocéntrico.

- Niñata.

- ¡Mortífago!

- ¡Frígida!

Abrí la boca con espanto, y antes de que pudiera pensar en lo que hacía, le pegué un bofetón. Me arrepentí nada más hacerlo, pero no iba a admitirlo.

Una de mis manos aún seguía aferrada al hombro de Malfoy, y la otra, la que había utilizado como arma, me escocía. Cuando miré su rostro, este estaba ladeado, dejando expuesta su mejilla enrojecida con cinco dedos perfectos dibujados en ella. Tragué saliva, aguantándome las ganas de llorar. Mi respiración estaba acelerada, y seguía con el cuerpo entumecido, pero no me moví. Cuando se giró y sus ojos encontraron los míos, estaban llenos de furia, de rabia e indignación. Lo había humillado. Noté mi pecho subir y bajar; bajar y subir. No tuve tiempo de más. Las manos de Malfoy me sujetaron la cintura, atrayéndome a él sin dilaciones.

Y justo en ese momento, Draco Malfoy me besó…

Por segunda vez.

5 comentarios:

  1. Me engache ayer a este fic y no he parado de leer, me encanta tu estilo y espero con ansias el siguiente

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  2. Hola Shashira!

    No tomes mi comentario como un reclamo porque en lo absoluto lo es. Pero no puedo creer que hayas posteado un capítulo más de este fic, te lo juro casi me caigo del sofá solo de verlo. Aun no lo leo y es porque casi no tengo mucho tiempo libre pero prometo apenas pueda me lo devoraré jejeje! Cuídate mucho! Y mil gracias, he esperado tanto por ver este escrito tuyo! Y por cierto tu embarazo estuvo bien? Espero que no hayas tenido problemas y perdona si soy indiscreta pero no tienes que contestar.

    Un beso!

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  3. hola soy mary yop pense que lo dejaste abandona este fic y me puse depre por tanto tiempo q no actualizabas pero viendo esto me quede sin palabras lo unico que quiero decirte millonnnnnnn de graciassssssss no sabes lo feliz que me haces espero que este no sea el ultimo ¡actualices mas seguido yap! y no dejes de escribir bay niña cuidate (espero que tup baby este bien ).

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  4. ¡Yo amo tanto tu fic! me engancho desde el primer capitulo,no nos puedes dejar asi, sube cuando puedas el proximo capitulo,¡Lo espero con ansias!

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  5. gracias por un capitulo tan emocionanate !!!!!
    siempre estaba vigilando a ver si volvias y uff valio la pena el tiempo !! esta muy genial gracias!!

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