sábado, 15 de agosto de 2009

El Contrato Capítulo 2



Como el fic de El Contrato ha tenido muy buena acogida por parte de la gewnte del blog -gracias a todas las chicas que dejaron opiniones, en serio- he decidido agradecer su colaboración subiendo un nuevo capítulo. Espero que os guste ^^.

Ahora comentar que el fic está en algunas partes basado en la serie “Sex in the City” que es mi favorita. Habrá algunas partes adaptadas de varios capítulos -como este, por ejemplo-, así que nada, quería hacer solo esa pequeña aclaración.

Este capítulo va dedicado a todas las chicas que me escribieron, como Támora, Ro y Miryam. A todas ellas mil gracias.

El Contrato

Capítulo dos: El chico Unihuevo



Al despertar a la mañana siguiente, supe que había vendido mi alma al Diablo. A veces estamos confundidos y tomamos el camino errado. Ese fue con total certeza mi caso, anda que no. La verdad es que tenía sentimientos bastantes contradictorios al respecto. Por un lado, me veía inmersa en una relación que no tenía ni pies ni cabeza, evidentemente, y tendría que engañar no solo a parte del mundo mágico, sino a la familia de Zabinni, que era peor; sin embargo, había que tener en cuenta el hecho de que haciendo esta treta me aseguraba una plaza en mi adorado Departamento de Leyes Mágicas, lo cual visto de ese modo me auguraba un buen futuro, aunque de la peor de las maneras ¿entendéis mi dilema?.

Me levanté de la cama como alma en pena para ducharme y bajar a hacer la compra. Tan sólo eran las nueve y media de la mañana, y como había quedado con las chicas a la hora de comer tenía tiempo más que de sobra para ocuparme de mis cosas, ya que al ser Sábado no tenía que ir al Ministerio. Me estaba peinando justo para salir cuando alguien llamó a la puerta.

- ¿Harry?

- Hola, ¿podemos hablar?

- Eh… sí, claro. Entra.

Allí estaba mi mejor amigo, Harry Potter, ataviado con una túnica azul marino, el pelo negro revuelto y más blanco que el papel. Sus ojos verdes estaban tristes tras las gafas, aún torcidas como en Hogwarts. El chico que vivió con el peor de los aspectos. Se dejó caer en el sillón, mesándose el cabello ya revuelto de por sí, ocultando el rostro entre las manos.

- Hermione, mi vida está acabada.

Hala, ahí la tienes, pensé. Toma ya, ¿y ahora qué hago?.

Sin decir esta boca es mía me dirigí a la cocina, hice con magia un café y le eché un chorrito de ron antes de ofrecérselo. Vale, ¿qué? Sé que era temprano pero bueno, le hacía falta subir el ánimo un poquito. Tomé asiento a su lado, con otra taza de café entre las manos, ésta sin alcohol (no está el horno para bollos, me entendéis ¿no?). Dio un pequeño sorbo pero no dijo nada. Uff, tan absorto estaba que ni se dio cuenta. Menos mal.

- No soy un hombre, Hermione, ya no soy nada.

En fin, comprenderéis que llegados a este punto, yo no entendía ni media de lo que me estaba contando, ¿vosotros sí? Pues eso mismo. Le pasé un brazo por el hombro para consolarle y le acaricié el rostro para infundirle ánimos.

- Vamos, Harry, no puede ser tan malo.

- Ah, sí. Sí que lo es.

- Lo siento, pero no te entiendo.

Dejamos las tazas apartadas en la mesilla. Harry se puso en pie y recorrió el salón como un león enjaulado, con las manos enlazadas a su espalda y la mirada gacha. Evidentemente estaba muy perdida sobre el asunto a discutir.

- Hace una semana fui a una revisión en San Mungo; ya sabes que los aurores deben hacerse un chequeo rutinario cada mes - asentí, hasta ahí podía entender. Mi amigo suspiró y continuó sin mirarme a los ojos, algo que me desconcertaba - Bien, el medimago me dijo que habían encontrado algo raro, y que tenían que repetir las pruebas. Así lo hice, y parece ser que tengo una maldición en cierta parte de mi cuerpo. Yo… creo que fue en la redada de Alemania, la verdad es que no recuerdo. El caso es que tengo que ser operado de urgencias el lunes, para extirpar la parte afectada.

Ahora fue cuando realmente me sorprendí. Abracé a Harry con fuerza, al punto de la asfixia, y éste me lo devolvió. ¡Por Merlín! No me imaginaba a Harry sin brazo, o sin pierna o sin… ¿cómo iba a ser entonces auror? Bueno, tal vez encontrara una buena prótesis, como la de Moody para su ojo, tendría que investigarlo en la biblioteca del Ministerio el lunes a primera hora. Le palmeé la espalda, para infundirle mi apoyo eterno.

- Vamos, Harry, estoy segura que aunque te falte algo seguirás siendo el mismo de siempre, todos te querremos igual..

- Pero, Hermione ¿qué voy a hacer si me falta un huevo? ¡Mi hombría ahora quedará entredicha! ¡Nadie querrá tener relaciones con Potter el Unihuevo!

¿Disculpa, había escuchado bien? Me aparté un poco y vi que no estaba de broma, sino que lo decía muy en serio. ¡Joder! Yo aquí preocupada por investigar prótesis mágicas y resulta que lo que le van a extirpar es algo que tiene de sobra en el cuerpo y que no necesita ni para trabajar, porque ese viene repetido ¿qué más dará un huevo que dos?

Total, una cantidad menos de esperma para reproducir tampoco es para tanto, ¡con la de millones que posee el hombre! Pansy seguro me haría hasta una aproximación, fijo. Le di un empujón y lo aparté de mi lado, totalmente enfadada.

- ¡Harry James Potter me habías asustado, creía que era un problema de suma importancia, no algo que ni siquiera te va a afectar en la vida cotidiana, imbécil! ¡Cada día te pareces más a Ron, pero en sus años de Hogwarts que es peor!

Sus ojos verdes me miraban con espanto, dejando a relucir que aquello le había dolido. Vale, entiendo que yo no sea miss delicadeza, pero es que parece que los tíos se vuelven más infantiles cuanto más años tienen, sino es que no me lo explico.

- Es que tú no lo entiendes porque eres mujer ¿y si a ti te extirparan un ovario, eh?

Me crucé de brazos, aguantando el deseó de pegarle un tortazo en la nuca para espabilarle de las tonteras. Puse los ojos en blanco, harta ya.

- ¡Desde luego no armaría semejante drama, eso te lo aseguro! Un huevo… por Merlín Harry, no es para tanto ¡te queda otro!

- ¡Pero yo quiero dos! - repuso, afligido y a punto de llorar - Son mis gemelos, mis mellizos, el ying y el yang. Si uno me falla tengo el otro, ¡pero ahora no tendré ni esa posibilidad! Además, ¿qué opinarán las mujeres de que Harry Potter solo tenga un huevo para procrear? Es una pesadilla - se abrió la túnica y vi con espanto que estaba desnudo, no pude ni cerrar los ojos - ¡Y encima está negro, Hermione, tanto o más que la mano de Dumbledore en sexto curso!

Me puse las manos en los ojos, aquello era más de lo que podía soportar como amiga. Eso me pasa por estar rodeada de magos con demasiadas hormonas.

- ¡HARRY, APARTA ESO DE MI VISTA POR EL AMOR A LAS RUNAS!

Hasta que no se cerró la túnica no pude respirar aliviada. Uff, aquello me traumatizaría por el resto de mis días. Ya no podría ver a Harry Potter como el chico inocente y guerrero de mis días de Hogwarts, sino como el tonto de remate que llora por un huevo. Deprimente. Lo aferré por los hombros y lo senté de nuevo en el sofá, él se dejaba hacer como un muñeco de trapo.

- Definitivamente perdí a Ginny, Hermione, ahora no deseará volver conmigo ni aunque fuese el último hombre de la Tierra.

- No digas tonterías, si piensas así que Ginny es que no la conoces en absoluto.

- La verdad es que ahora estoy confuso.

Bueno, eso era bastante lógico. Le acerqué la taza de café de nuevo y me dedicó una sonrisa desprovista de alegría. En fin, había que tomar medidas drásticas.

- ¿Por qué no le dices a Ginny que te acompañe a la operación? - abrió la boca para replicarme, pero yo continué antes de que me arrepintiera de mis palabras - Mira, ella te sigue apreciando mucho, fuiste novios durante muchos años… en fin, no sé, creo que ella puede apoyarte mejor que yo. Además así verás que ella no tiene problema con eso.

- ¿Tú crees eso de verdad?

- Sí, claro.

Hombre, seguro no lo tenía, vamos como que no, pero algo en la cara de Harry me hizo mentir con presteza. En fin, al menos era por un bien común ¡No me miréis así yo también me siento culpable, pero peor aún sería dejarlo hecho añicos y como alma en pena por un estúpido huevo envuelto en escroto! De todos modos, hoy en el almuerzo podría a Ginny sobre aviso para que le hiciera a Harry pasar mejor el mal trago de verse en la situación. Vaya, a veces me impresiono de mi vena maquiavélica ¿ a que sí?

Uff, Zabinni y Pansy me habían contagiado algo Slytherin, fijo.

********

Llegué a Sookie con antelación, pero de todos modos Pansy ya descansaba en una de las mesas del patio interior, lleno de enredaderas, con suelos enlosados en rústico y sombrillas blancas para ocultar el sol veraniego atosigante. Fumaba tranquilamente rodeada de bolsas y con una copa de vino blanco que el camarero le llenaba de nuevo en aquellos instantes. Una fuente con forma de Náyade expulsaba agua transparente, provocando un ruido agradable alrededor.

- No te esperaba aún - le dije, sentándome a su lado y pidiendo un zumo de piña bien frío - Vine antes para hablar con Ginny y te encuentro a ti, la mujer más impuntual del mundo.

- Lo sé, pero hoy salí de compras durante toda la mañana y necesitaba sentarme - se señaló los pies, enfundados en un hermoso calzado negro con tacón de aguja que conjuntaba a la perfección con su vestido verde - Duelen hasta morir, pero estos zapatos me encantan - exhaló humo, quedando sus ojos entornados entre la bruma - ¿De que querías hablar con Ginny?

- Nada en especial - mentí estoicamente, pero evidentemente ella no se lo tragó.

- ¿Qué ocultas, Granger? Tu cara es un libro de adivinación para mí, así que escupe antes de que te eche en ese zumo veritaserum.

Sonreí nerviosa, porque sabía que era capaz.

- Es sobre Harry, ya sabes… en realidad una tontería.

- Ah, por fin te contó los del huevo maldito ¿eh?.

- ¿Cómo sabes eso?

La miré impresionada, verdaderamente Pansy a veces se parecía a una espía, y daba un yuyu que tumbaba. Se enteraba de todo y de todos. Un don bastante desperdiciado en el Ministerio debido al Departamento en el que se encontraba. Encajaría perfectamente en el Scotland Yard, seguro. Me pasé una mano inquieta por el cabello, recogido en una cola alta y luego me arreglé el vestido blanco sin parecer ansiosa.

Ay, Merlín, Harry iba a matarme.

- Tú sabes que a mi no se me escapa nada, y menos cuando el medimago que atendió a Potter es mi amante de los jueves - bebió un sorbo de su vino y hundió el cigarro en el cenicero, sonriendo de medio lado - Pobrecito, entre la raja en la cabeza, la mala suerte que tuvo durante años y el huevo inexistente, ahora las va a tener difícil para ser normal algún lejano día ¿eh? Parece que tenga encima al Grim.

- ¡No digas eso Pansy, es demasiado cruel! - la aludida se encogió de hombros, sus ojos azules más claros que nunca, divertidos.

- Y a mí que me cuentas, es mi vena Slytherin la que habla.

- Pero Harry no tiene la culpa de esa maldición. Bastante tiene ya con no tener un huevo como que para ahora todos se rían de él.

- ¿Harry no tiene huevo? - Pansy y yo nos giramos a la vez.

Ay, ¡qué lío!

Yo no esperaba la presencia de Ginny en esos instantes… bueno sí lo esperaba, pero no deseaba darle la noticia de esa forma tan directa ¡tierra, trágame! Observé a la morena de reojo, pero ésta parecía estar disfrutando con la situación, vaya que si lo sabía yo. Tragué saliva, dispuesta a contarle a la recién llegada.

Total, ya Pansy sabía ¿qué tenía que perder?

- Yo te voy explicar, verás… - empecé, pero la voz de Pansy me cortó de forma contundente.

- Abreviando Weasley , que tu querido Potter tiene unos cuantos de miles espermas de menos debido a una futura extirpación de parte del miembro viril a causa de una maldición. Ya que estamos es muy poético ¿eh?

- ¡Anda, pues mira qué divertido! - exclamó una voz desde la entrada del patio, que pertenecía a Luna - Y luego dicen que la rarita soy yo ¿verdad?

- Cariño, - dijo Pansy desde su asiento, sonriendo orgullosa- lo de Harry son pequeñas circunstancias que lo llevaron a parecerlo, lo tuyo Lovegood es innato ¡Vive en ti!

No podía creer en mi mala suerte. ¡Joder, lo único que faltaba es que Skeeter se presentara de improviso y nos hiciera rellenar una entrevista que ocupe la primera página del Profeta! Estaba claro que un secreto entre magos era imposible de mantener

- ¿Y cómo está Harry? - preguntó Ginny, aún en estado de shock. Tomó asiento junto a Pansy, y para mi sorpresa le quitó un cigarro de la pitillera y le prendió bajo los tres pares de ojos que le observaban, impresionados.

- Pues… más o menos - tartamudeé varias veces, saliendo del estupor - Él quería mantenerlo en secreto y contarte a ti solo - les eché un vistazo a mis amigas, reprobatoria - Pero aquí no se puede tener un secreto ni aunque tu vida dependa de ello.

- Pero si la que lo ha comentado eres tú, traidora - rebatió Luna, siempre en Nunca Jamás y con la mirada perdida en la sombrilla, pero sin escaparse del hilo de la conversación ¿no es increíble?.

Vale, era cierto. Maldita sea, Luna y su sinceridad aplastante.

Ginny mantenía la vista fija en la nada, con el cigarro aromatizado con vainilla consumiéndose entre sus dedos. Pansy se lo arrebató, llevándoselo a sus labios carmesí.

- Mira Ginny, tú ya no estás con Potter ¿entonces a qué viene tanto escándalo? ¡No vas a sufrir esas consecuencias! Sólo de pensar en algo tan tétrico como un solo huevo me dan ganas de llorar.

- ¡Pansy, es mi amigo! Y aunque me moleste admitirlo, a pesar de que lo cogí con Chang, cosa que aún recuerdo nítidamente, no puedo evitar sentir cierto cariño hacia él. Después de todo, fue mi primer amor.

- Tú y tus sentimientos Gryffindor - masculló la morena, asqueada por tanta sensiblería, aunque todos sabíamos que bajo aquella máscara de altanería, se escondía una Parkinson con más amor del que ella misma estaría dispuesta a admitir - Si es que no sabéis disfrutar la vida - se giró hacia mí, encarándome - Y hablando de placeres ¿qué tal tu cena con Blaise?

Ah, llegaba mi turno ¿ahora qué iba a hacer? Bueno, mejor desembuchar todo de golpe, sin remordimientos y a tropel antes de que me arrepintiera. Respiré hondo, conté hasta diez y relaté con pelos y señales mi contrato con Zabinni. Ginny abría los ojos espantada, llevándose una mano a la boca; Luna jugueteaba entre sus dedos con la servilleta, lanzándome de vez en cuando una mirada que no sabía definir; Pansy asentía, seria e impenetrable.

- Estás jugando con fuego - sentenció Luna, después de que le contara lo sucedido - Pero si es lo que has decidido yo no tengo nada que objetar.

- ¡Estás de coña! - rugió Ginny, mirando alternativamente a Luna y a mí - No puedo creer que estés de acuerdo con esto.

- Y no lo estoy, pero es amiga y mi deber es apoyarla ¿no crees?

Ante aquello la pelirroja calló. Dando la guerra por perdida se dedicó en exclusiva a Pansy, que parecía interesada en una mancha de la sombrilla que nos cubría.

- ¿Tú no tienes nada que decir Parkinson?

- La verdad es que sí - se cruzó de brazos y me fulminó con la mirada - ¿Por qué Blaise no me lo propuso a mí?

- Su plan es limpiar el nombre de la familia, así que una bruja hija de muggles le iba mejor que una chica procedente de una ascendencia bastante limpia.

- Pero no me cuadra - continuaba Pansy, con el ceño fruncido - ¿Blaise tiene hermanos? Hasta donde yo sé es hijo único.

- Tal vez sea un primo - dudaba Luna, evitando mirar a Ginny, que tenía una cara de querer echarnos una maldición imperdonable que asustaba.

- Él dijo que era la boda del hermano - mi amiga entonces pensó largamente, antes de asentir.

- Bueno… veremos en qué desemboca todo esto.

En eso instantes vino el camarero para tomar nota de nuestro pedido. Justo cuando terminábamos de dar cuenta al postre, recibí una lechuza -¿os imagináis las caras de los clientes? - cortesía de Blaise, indicándome que me había mandado un regalo a mi apartamento y que lo usara esta noche para una cena con su hermano y la prometida.

En fin, estaba tonta si creía que todo iba a ser coser y cantar.

Tal y como me había anunciado Zabinni, el regalo descansaba en mi cama, envuelto en un elegante papel dorado con un lazo de terciopelo rojo. Daba hasta pena abrirlo, pero lo hice, como no. Ante mis ojos apareció un hermoso vestido en un tono rosa palo hermoso. Tenía un escote pronunciado - daba vértigo solo verlo ¿no se saldría nada de su sitio? Porque estaba claro que no podía llevar sostén -, manda larga, pedrería en el busto y una cola de al menos un metro. También pude comprobar que había unos zapatos y un bolso pequeño bordado a juego en tonos negros. Al fondo había una nota escrita con tinta verde y caligrafía exquisita.

Querida novia por contrato:

Estuve en el Londres muggle para comprarte un vestido y luego de mucho buscar creo que di con el traje perfecto. Sé que te vas a matar con los zapatos, pero en la tienda de Manolo Blahnik aseguraron que eran muy cómodos. Por si te interesa, el diseñador de la prenda es de un tal Roberto Cavalli. Bonito nombre ¿verdad? Aunque no lo parezca, es un squib venido a más.

Besos: Blaise.

PD: La cena es en “El jardín Encantado” en el Callejón Diagon a la ocho.

Bueno, comienza el espectáculo señoras y señores.

Abróchense los cinturones porque esto va a ser un viaje movidito, os lo aseguro.

*******

El Jardín Encantado estaba situado en una entreplanta de un edificio antiguo del Callejón Diagon. Como la vez anterior, se trataba de un restaurante muy exclusivo, donde era imprescindible ir de etiqueta. Antes de entrar me observé detenidamente en el espejo del hall, y vi con asombro que aquella vestimenta me quedaba genial, para qué os voy a engañar.

El traje se me amoldaba perfectamente al cuerpo, y como no llevaba joyas salvos los aretes, el escote pronunciado llamaba toda la atención. Había tenido que usa litros y litros de poción alisadora para contener mi cabello en aquel moño estilo años 30, con suaves ondulaciones que caían por mi frente y una rosa negra de encaje adornando el peinado. Vaya, había que admitir que Zabinni tenía estilo, sin duda.

- Seorita ¿puedo ayudarle? - un camarero de aspecto estirado y con tres botes de gomina en su cabello me miraba inquisitivo, esperando mi respuesta con las cejas alzadas y una sonrisa de fingida amabilidad.

- Me llamo Hermione Granger. Estoy buscando a Blaise Zabinni.

El nombre hizo su efecto. Aquello le sonó bastante bien y ensanchó aquella hipócrita sonrisa todavía más. Parecía que de un momento a otro iba a destrozarse la cara por los lados.

- El señor Zabinni ya llegó - me hizo un gesto con la mano, invitándome a pasar delante de él - Si la señorita me lo permite, le acompañaré encantado.

Asentí y le seguí el paso a duras penas, debido a mis tacones de infarto. Me abrió la puerta de entrada, y pude ver con asombro que aquel lugar era sencillamente espectacular. El restaurante estaba decorado como si se tratara de un verdadero jardín. Había mesas aquí y allá, envueltas por sauces llorones, lilas, magnolias, rosas de diferentes colores, cedros, robles, orquídeas y helechos.

En el centro del restaurante había un hermoso lago con un puente de madera, donde algunas parejas conversaban con una copa en las manos, admirando los peces de colores que nadaban entre sus aguas tranquilas. El lugar estaba alumbrado con hadas y luciérnagas, y aunque estábamos en el interior, el techo estaba hechizado como en Hogwarts, reflejando el hermosos cielo estrellado del exterior. La verdad es que no podía negar que Blaise tenía buen gusto, extremadamente caro, pero exquisito al fin y al cabo. Total, una cosa no quitaba la otra ¿verdad?

Todos los allí congregados eran conocidos, bien del Ministerio o del mundo mágico en general. Algunos, incluso, habían sido acusados años atrás de ser allegados de Voldemort - pude distinguir perfectamente a Bulstrode, Nott, y a McNair-. Uff, estaba en la boca del lobo. Saludé a algunos compañeros de Hogwarts a los que me dio gusto reencontrar, como a Oliver Wood, Padma Patil, Seamus Finnigan y Dean Thomas, el cual estaba bastante cariñoso con una Lavender Brown que andaba algo más que borracha a tan temprana hora.

Entre el gentío pude distinguir la silueta elegante de Blaise Zabinni, enfundado en un traje chaqueta a medida negro y sus ojos azules brillando de alegría. De nuevo me dio pena que fuera gay, más que nada por las numerosas brujas que suspiraban a su alrededor, observándolo por el rabillo del ojo.

- ¡Hermione estás fantástica! - exclamó, haciéndome un análisis exhaustivo de arribabajo, lógicamente estaba aprobada - Menos mal que me tienes a mí, porque si llegas a aparecer de nuevo como la vez anterior mi vida social estaría desacreditada por la posteridad.

- Gracias, Blaise, por los ánimos y tus hermosas palabras - mascullé, mordiéndome la lengua para no soltarme ahí mismo tres palabritas bien dichas. Observé de nuevo el restaurante, abarrotado de magos y brujas - ¿Y a qué viene todo este despliegue? Pensaba que era una cena entre amigos.

- Es una fiesta de compromiso ¿qué esperabas? - un camarero pasó con unas copas de champán, y acepté encantada. No me vendría mal para enfrentarme a la situación.

- No sé, algo más discreto, quizás - vi que Blaise me observaba divertido, sus ojos azules divagando por la estancia.

- Los sangre pura tenemos mucho estilo, Granger - saludó con la mano a Theodore Nott, que le hacía gestos para que se acercara. Me cogió por la cintura, dándome un fugaz beso en la mejilla - Disculpa, ahora vengo.

Estaba por lanzar un Petrificus Totallus a las piernas de mi “pareja” cuando una voz conocida me sacó de mi intento. En fin, otra vez será.

- ¡Hermione!

Pansy avanzaba con paso decidido hacia mí, enfundada en un elegante vestido ceñido sin tirantes negro que dejaba a relucir su esbelta y más que sugerente figura. Llevaba el cabello recogido en una cola hacia el lado izquierdo, que caía en bucles suaves por uno de sus hombros. Estaba tremendamente hermosa.

- ¡Por Morgana no te había reconocido, estás espectacular!¡Nunca lo hubiera dicho de ti, la sabelotodo sin gusto por excelencia!

- Yo también te quiero, Parkinson.

- Bueno ¿qué haces aquí?

- Vengo como acompañante de Zabinni ¿y tú? - inquirí, molesta por la alusión a mi vestuario matutino.

- Soy dama de honor de la novia - refunfuñó, con el ceño fruncido y bebiendo un sorbo de su copa, de un tono oscuro.

- Pero si dijiste que no conocías al hermano de Zabinni - vale, aquello me olía a encerrona en toda regla.

- Y no lo conozco, pero sí al novio, de hecho, es íntimo - repuso mi amiga, sonriendo de forma exagerada. Bien, por si tenía dudas, aquel gesto ya demostraba que yo no sabía ni la mitad de lo que se cocía allí.

- ¿Qué me ocultas, Pansy?

Entonces noté que el aire se volvía denso, con un claro aroma a hierbabuena… o a… menta. Vi que Pansy asentía, mirando hacia mis espaldas, más seria que nunca.

- Será mejor que él te explique, no quiero sufrir quemaduras en mi cuerpo por nada del mundo.

- Pansy ¿de qué me..?- fue entonces cuando me volví y pude encarar a poco centímetros a un chico alto, elegantemente vestido en tonos oscuros y con una sonrisa de medio lado que conocía a la perfección.

Vaya que si la conocía.

- Bienvenida a mi fiesta de compromiso, Granger.

Tragué saliva, observándolo de arriba abajo sin creerlo. Definitivamente estaba maldita. Lo juro.

- ¿Malfoy?

- El mismo que viste y calza.

Mi copa cayó a la hierba desparramando el líquido dorado. Pansy estaba a mi lado, sujetándome del brazo. Solo pude notar su aliento contra mi oído, haciéndome estremecer.

- Ya te dije que Zabinni no tenía hermanos de sangre.

Bien, aquello era más de lo que podía soportar.

Definitivamente, Hermione, estás inmersa una pesadilla y tienes que despertar.

¡Pero ya!

**********************

Espero que os siga gustando, como siempre serán bien recibidas las opiniones.

La imagen fue extraída de google, no me pertenece.

¡Besitos!

1 comentario: