sábado, 15 de agosto de 2009

El Contrato Capítulo 4


Acá otro capítulo más de mi fic "El contrato". Recordad que podéis encontrar los nueve capítulos escritos de éste fic en fanfiction.net, así como el resto de mis fics ^^. La dirección es http://www.fanfiction.net/u/442685/Shashira

Si os pasáis no os olvidéis de dejarme un review ¿eh? XD.

Ahora, ¡a leer!

I´m Lovin It: Capítulo cuatro

LA BODA DEL AÑO VS EX - SOLTERO DE ORO

Como leen queridos magos y brujas: Los chicos más codiciados del mundo mágico han sido cazados.

Ayer tuvo lugar en “El Jardín Encantado” - uno de los restaurantes más de moda de toda Inglaterra y que obtuvo en el último certamen gastronómico de Glasgow cuatro Estrellas Fénix- la fiesta de compromiso oficial entre Astoria Greengrass y uno de los solteros más atractivos del momento, Draco Malfoy.

“Estamos muy ilusionados, pero sobre todo enamorados” declaraba ayer mismo la señorita Greengrass, que vestía un hermoso traje diseñado exclusivamente para ella en tonos fucsia “La boda será en unos meses, la verdad es que estoy algo nerviosa”.

Al acto acudieron las más altas celebridades del momento: Oliver Wood, capitán de Los Tornados, que actualmente luchan por el primer puesto en la liga de quidditch contra Las Arpías de Holyhead; Lavender Brown, escritora famosa por su saga de novelas rosa titulada “Casándote en Matrimonio” de la que ha vendido millones de copias; Millicent Bulstrode, actual accionista mayoritaria de una cadena de hoteles para magos repartidos por varios países o Blaise Zabinni, uno de los chicos más ricos del mundo mágico.

Y fue este último el que eclipsó, sin lugar a dudas, a los comprometidos cuando anunció de forma oficial su noviazgo con la archiconocida Hermione Granger, íntima amiga de Harry Potter -alias El-niño-que-vivió-, y que participó activamente en la batalla contra los mortífagos y el Señor Tenebroso.

“Nos estamos conociendo y de momento no hemos pensado en boda” fueron las palabras exactas de Blaise Zabinni cuando confirmó públicamente su idilio después de una hermosa actuación que deleitó a los cientos de comensales invitados a la fiesta -entre ellos, nuestro actual ministro de magia- y que le dedicó a su novia.

Tanto la señorita Granger como el señor Zabinni trabajan actualmente en el Ministerio de Magia pero en departamentos diferentes.

A Hermione Granger se le apodó hace años como “La cazafortunas” por haber mantenidos idilios con personajes tan sonados como Víktor Krum, Harry Potter o el mejor amigo de éste, Ronald Weasley -su relación más duradera-.

Poco después de la Gran Guerra, Blaise Zabinni fue acusado de mortífago, pero tras una exhaustiva investigación por parte del Ministerio de Magia se determinó que su implicación con el bando oscuro fue mínima y toda ella por verse amenazado de muerte -al igual que el señor Malfoy y Theodore Nott- y se desestimó la acusación por delitos contra la comunidad mágica y muggle que lo hubiera llevado una buena temporada a Azkaban.

¿Qué nos deparará esta extraña pero atractiva -aunque sólo por la parte masculina- pareja? Sólo Merlín lo sabe.

Informando de la verdad: Rita Skeeter

Una reportera con clase.


Alzó sus ojos azules por fin del periódico, con el semblante más incalificable visto en él hasta ahora:

- Sales muy guapa en la foto, Hermione, aunque eso no quita que tu relación con Zabinni lo considere un acto de traición.

Había llegado al callejón Diagon una hora antes para comprar plumas, tinta, pergaminos y recoger un par de libros que tenía encargados desde hacía varios meses. Terminada la tarea, decidí dar una vuelta para husmear en varias tiendas, dejando que el tiempo corriera hasta la hora del almuerzo-aún era mediodía-, ya que había quedado con las chicas para comer juntas y tomar café más tarde en casa de Luna. Fue así como, irremediablemente, entré en la tienda de George y Angelina para saludarlos, y cual fue mi sorpresa al descubrir que ninguno de los dos estaban, y que ahora mismo el encargado era un concentrado Ronald Weasley, ataviado con el uniforme de trabajo de su hermano -dos tallas más grandes- y leyendo la sección de sociedad de “El Profeta” acodado en el mostrador, con el ceño fruncido debido a su extrema concentración.

Por supuesto que había leído el periódico en mi casa, y no puedo negar que casi me atraganto con los cereales al ver que se me tachaba de “Cazafortunas” ¿un idilio con Harry? ¡Vamos, esa confusión viene de mi cuarto año en Hogwarts, no tiene sentido sacarlo a relucir de forma tan rastrera después de tanto tiempo transcurrido! Pero claro, viniendo la crítica de Skeeter, la verdad es que no me dejaba en tan mal lugar como esperaba; al menos no había hecho gala de su extenso vocabulario hiriente dirigido a mi persona, como años atrás yo había descubierto.

Evidentemente no había esperando una buen acogida por parte de mis amigos -Harry me mandó una lechuza urgente subrayando que su huevo afectado había encogido tres centímetros de diámetro por la noticia, y que ahora prácticamente era un claro ejemplo de que se asemejaba un garbanzo putrefacto-, ni de la familia de Ron- la señora Weasley casi me salta desde la chimenea, con una mirada reprobatoria que habría matado hasta al mismísimo Voldemort-, tampoco del mundo mágico en general.

Siendo coherentes, era lo inimaginable llevado hasta el extremo, por no decir absurdo ¿desde cuando un sangre pura atractivo y con cien chicas a sus pies diariamente se fijaba en una sangre sucia, afectada por el síndrome “Cabello indomable” y que para más ende había sido una activa enemiga del Señor Tenebroso? Los entendía perfectamente: Ni yo misma me lo creería si lo leyera.

- Estás siendo injusto - repliqué, sosteniendo la mirada de mi amigo y rezando a todos los dioses para que no sucumbiera a su escrutinio - Es mi vida y puedo estar con quién me de la gana.

- Pero esto es demasiado, Hermione - su expresión, aunque tranquila, denotaba cierta aprensión - ¿Pensabas que íbamos a darte palmaditas en la espalda y felicitarte cuando por culpa de los mortífagos muchos de los nuestros murieron?

- Si leíste el artículo sabes que Blaise no tuvo nada que ver - lo dije muy bajito porque sabía que era un tema muy delicado a tratar con Ron, teniendo en cuenta que su hermano había fallecido en la última batalla - No tienes que meter a todos en el mismo saco.

- Mira, lo de Parkinson tiene un pase ¿vale? - se masajeaba la sien, como si hablar del tema le diera dolor de cabeza, mientras continuaba hablando con los ojos cerrados - Sois compañeras en el Departamento, no tiene antecedentes y aunque es una idiota sin remedio, hasta cierto punto es comprensible - señaló entonces el periódico, abriendo sus orbes azules con espanto - Pero Hermione, ¡tú y Zabinni no tenéis nada en común! Es engreído, prepotente, no acata las normas y su familia, por mucho que se diga, siempre será tachada socialmente por haber pertenecido en cierto momento al lado oscuro ¿qué viste en él, entonces?

Evadí su mirada, cruzándome de brazos y con un ancla en el pecho que apenas me dejaba respirar. No me gustaba mentirle a Ron, pero decirle que entre Blaise y yo no había absolutamente nada y que todo era para un lavado de imagen -sin añadir que yo de aquello salía gratamente remunerada con mi ansiada plaza en el departamento de Leyes Mágicas- para dejar su apellido sin tacha de nuevo, era más de lo que seguramente podría llegar a tolerarme ¿realmente me compensaba perder la amistad de Ron por esto? Pues no, pero al menos con la mentira todavía podía tener un pequeño rayo de esperanza. Si alguna vez descubría que había sido capaz de venderme por un puesto de trabajo, tal vez no tendría ni eso. Él nunca me comprendería.

- Dale una oportunidad, Ron - respiré profundo, contando hasta cinco para añadir - No pierdes nada por intentarlo.

Unos chicos entraron en la tienda y comenzaron a indagar por las diferentes estanterías, ajenos a nuestra conversación. Nos quedamos en silencio unos minutos, el tiempo suficiente para que los magos cogieran un par de bromas, pagaran y salieran riéndose los chistes unos a otros. Observé que Ron los seguía con la mirada, hasta que se perdieron de vista entre la multitud de la calle principal. Luego sus ojos azules volvieron a enfocarme, destilando un cierto anhelo,

- A veces me gustaría que nada hubiese cambiado - dobló el periódico con lentitud, e hizo un amago de sonrisa - Tú, Harry y yo, el trío de oro dispuesto a salvar al mundo - dejó escapar un suspiro, y al fruncir el ceño sus pecas se multiplicaron - ¿Qué nos pasó, Hermione? ¿Por qué no reconozco a ese niño insolente y celoso que antes era cuando me miro al espejo? ¿Qué hice con él?

Fue mi turno para sonreír mientras le acariciaba la mejilla con dulzura y tristeza.

- Supongo que crecimos, maduramos y los dejamos enterrados entre recuerdos.

- Todo era tan sencillo - continuó, como si no hubiera escuchado mis palabras, dejando impresa en cada sílaba la añoranza de su corazón - Nos enfrentábamos a lo que fuera, peleábamos y no éramos capaces de dar un paso sin que nos secundáramos, a pesar de que muchas veces no estábamos de acuerdo… Siento que con la última guerra y la pérdida de Fred, también enterré a ese pelirrojo asustadizo y leal con ellos.

- Pero la gente cambia, es natural y no debes mortificarte por eso - enterré mis dedos entre los mechones pelirrojos, recordando el tiempo que hacía que no los tocaba ¿dos, tres años? Quizás más - Además toda ésta trasformación de oruga a mariposa fue para mejor.

Entonces Ron negó insistentemente con la cabeza, y sus ojos azules, claros como un día soleado, se clavaron en los míos, serios, imperturbables y sinceros.

- No tendría que haberte dejado, Hermione: Fue el mayor error de toda mi vida.

Yo no estaba preparada para esa declaración, ni tampoco me había forjado un escudo protector contra aquella mirada candente que me quemaba por dentro, revolviendo las ascuas de un fuego que guardaba lo que una vez fue y nunca podrá volver a ser. Por mucho que quisiera a Ron, estaba visto y comprobado que como amigos éramos los mejores, pero como pareja fuimos y seguiríamos siendo hasta la posteridad una mierda personificada.

Realmente no sabía qué responderle, abrí la boca un par de veces, pero nada coherente ocupaba mi mente privilegiada en aquellos instantes ¿si tanto se arrepiente por qué me lo dice ahora, cuando ya es demasiado tarde? Y lo peor de todo ¿qué fue lo que ocurrió realmente para que rompiera nuestro noviazgo así, tan de repente? No voy a negar que cuando estuvimos juntos peleábamos, porque no sería verdad, pero ¿llegar al extremo de tirarlo todo por la borda? No lo sé, quizás nos precipitamos, pero ya no importaba: la hora de Ron había pasado, y yo estaba en un mundo paralelo en el que ya era inevitable verlo solo y exclusivamente como uno de mis mejores amigos. No quería que me hiriesen, ni herirlo… era demasiado complicado, éramos complicados.

- Ron yo… - pero él me interrumpió, alzando una mano para cortarme.

- Márchate, Hermione, creo que ya es hora de comer y Ginny debe estar esperándote con las demás chicas.

- Ron… - lo intenté de nuevo, pero volvió a callarme, posando sus dedos en mis labios.

- No lo digas, por favor. Creo que no podría soportarlo - asentí lentamente, consciente de lo que también él había sufrido con nuestra ruptura. De nuevo unos clientes entraron, y pidieron que Ron los atendiera - Tengo que dejarte. Y esa oportunidad de Zabinni… - ladeó la cabeza, reflexivo - Creo que le otorgaré el beneficio de la duda, aunque puede que me arrepienta en cuanto salgas por esa puerta - se encogió de hombros, distraído por el movimiento de los recién llegados - De todos modos, sigo opinando que no es un hombre para ti, y que te hará daño.

- Gracias - le respondí, dándole un suave apretón en el antebrazo y sonriéndole condescendiente - Sé que es un gran esfuerzo para ti.

- Sí, pero por ti daría mi vida - me acarició el rostro con el pulgar, haciendo un dibujo con la yema desde el nacimiento de mi cabello a la barbilla - Hasta mañana en el Ministerio, Hermione.

Intentó besarme -inclinó la cabeza, sujetándome por el mentón ante las miradas desconcertadas de los clientes-, pero finalmente no lo hizo; supongo que el sentido común le venció de nuevo. Y yo me alejé de él, dejando atrás un sabor amargo que no sabría definir ¿acaso todavía sentía algo por Ron?

*************

- Te lo dije - Estábamos sentadas en la terraza de la heladería Florean Fortescue, bajo un sol atosigante y sudando como pollos. Ginny se mantenía sonriente, orgullosa de tener la razón en un tema que no fuera quidditch, mientras a mi lado Luna hacía y deshacía nudos con un lazo de terciopelo negro entre sus manos y Pansy bufaba de aburrimiento, harta ya de la conversación - Si es que nunca fallo.

Cogí el periódico que permanecía extendido en la mesa, justo en el centro de nuestras copas heladas y con mi foto en primera plana junto a Blaise y Malfoy.

- Ron no se lo ha tomado muy bien - aduje, zampándome una cucharada a rebosar de helado de turrón a la vez que soltaba el bulto de papeles en la mesa de nuevo. Realmente quería borrar la conversación con mi amigo, prefería no pensar. Ni siquiera a las chicas les conté todo.

- No le pidas a Weasley que desarrolle su única neurona para ti, sabelotodo - Ginny le lanzó una mirada arrolladora, pero Pansy no se calló - Y en cuanto a Potter… en fin, ahora su huevo evolucionó en un simple garbanzo, como su inteligencia, no es que sirva para mucho - bebió un poco de sorbete de limón al cava y lo paladeó antes de añadir - Son hombres, Granger, no hay nada más que decir al respecto.

- Mi padre me dijo una vez: Sólo puedes luchar si sabes en qué momento te debes retirar - Los ojos azules de Luna, -algo grandes para su rostro- me observaban, serenos - Así que tú decides.

Había veces, como en esa ocasión, que Luna era capaz de dejarnos a todas sin palabras, incluida Pansy ¿cómo podían llamarla Lunática a sus espaldas? Realmente su inteligencia superaba la mía, y sin embargo era la chica extraña. Mierda de mundo, no sabían lo que perdían.

- No puedo dejar esto a medias - le dije, agachando la mirada como una cobarde, sin poder enfrentarlas - Además, Ron podrá perdonarme, pero si se entera de que todo fue una farsa… tal vez lo pierda para siempre.

- Pero es tu amigo - rebatió Ginny, con su cabello pelirrojo recogido graciosamente en dos trenzas que se tambaleaban de un lado a otro.

- Sí, y también un capullo integral - añadió Pansy, que se subía un tirante de un traje celeste que se enfundaba bajo una túnica del mismo tono. Encendió un cigarrillo y se enjugó el sudor de su frente - Admite al menos que tu hermano no tiene esa capacidad, Weasley, por mucho que te empeñes.

- De todos modos hice un trato con Blaise - lo dije para no caer en la tentación de echarme atrás, porque realmente quería olvidar el asunto - Le di mi palabra.

- Entonces deja que todo fluya - Luna me apoyaba una mano en el hombro, sonriente y despistada, como siempre. Acercó entonces el lazo de terciopelo negro a mi muñeca, y lo ató rápidamente - Esto te protegerá, te alertará si alguien pretende hacerte daño.

- Gracias - le devolví la sonrisa, admirando que en el fondo no había cambiado tanto a través de los años. Pansy tiró la colilla al suelo, pisándola con fiereza.

- Lovegood, tus neurosis tienen salida para todo, pequeña - se acercó a ella en tono confidencial - ¿Tienes algo contra el “garbanzo” negro de Potter?

- Y sacando el tema de Harry - miré a Ginny, que parecía haber encogido dos centímetros ante los tres pares de ojos que la observaban - ¿Hablaste con él?

- Ni lo menciones - hizo un gesto con la mano, como si apartara una mosca - Me tuvo tres horas interminables frente a un catálogo de prótesis.

- ¿Qué?

- Como lo escucháis ¡quiere injertarse un huevo falso de cristal en su escroto! - gesticulaba rápidamente, con sus ojos oscuros abierto como platos - Los hay de tamaño extra grande incluso ¿quién querría cambiar sus huevos por unos de cristal?

- Harry Potter - soltó Pansy, terminando con su sorbete - ¿Creéis que haya también penes de cristal?

- ¡Pansy! - grité, espantada solamente al imaginar la situación.

- ¡Granger, no me seas mojigata! - espetó, cruzando las piernas bajo la mesa a la vez que los brazos, enfurruñada - A más de uno le haría falta.

Luna entonces cogió el periódico de la mesa, observando durante unos segundos la foto en la que salíamos Zabinni, Malfoy y yo en primera plana.

- Malfoy debería declararse patrimonio nacional. Todas tendríamos derecho a él - Ginny se echó a reír, y luego se le unió Pansy, que no podía salir de su asombro.

- No pensaba que te fijaras en esas cosas - admití, molesta por sus palabras.

- Hermione, seré rara, pero no tonta - señaló a Malfoy, que en esos instantes parecía enojado - ¿O acaso no es guapo?

- Si, pero..

- Pero qué - me urgió Ginny, con sus ojos chispeantes de burla - Luna tiene razón, que sea un cabrón no le resta verdad a sus palabras.

- Pues eso es que no lo habéis probado en la cama - todas miramos a Pansy, que parecía recordar algo, embelesada. Chasqueó la lengua, al comprobar el escrutinio al que se veía sometida - ¿Qué? ¡Hace años de eso!

- A veces te envidio - admitió Ginny, todavía con la boca abierta. A su lado, Luna asentía, sin poder articular palabra. Pansy se encogió de hombros, indiferente.

- Y porque no sabéis ni la mitad que sino…

******

Entrar el lunes en el Ministerio de Magia fue como cruzar un pasillo derechita al infierno. A mi paso los magos y brujas se paraban para observarme, murmurar y reírse a mis espaldas -o en mi cara, según se mire-. Algunos me lanzaban claras miradas reprobatorias, y otros sonreían, aunque no sabría decir si por cinismo o por pena.

“No tiene honor“.

“Habrase visto“.

“¿Cómo puede estar con ella?”

“No lo entiendo“.

Frases sueltas que me taladraban los tímpanos, hundiéndome en la más oscura de las culpas, subyugando mi interior como una espada corta las hojas de un árbol. caído. Lo único que me hizo sonreír en el día fue una lechuza de Ginny, en ella me especificaba que “Todo ha salido bien, aunque Harry no quiere desprenderse de Mister Garbanzo e insiste en que se lo conserven en un frasco para llevárselo a casa”.

La semana al contrario de mejorar, fue cada vez más a peor. Día tras día fue haciéndose más pesado, agobiante, como si estuviera atrapada en un cubículo minúsculo con cien personas a mi alrededor sin permitirme respirar. Estar en el departamento con Pansy se me hacía algo más llevadero, ya que ella espantaba a los moscones que de vez en cuando pululaban por allí, al acecho de los chismes. Blaise, sin embargo, no ayudaba demasiado a que mi enojo desapareciera.

- No le des importancia - me dijo el miércoles, cuando eché a gritos a un par de secretarias del departamento de Misterios - Ser tan guapo como yo tiene sus complicaciones, y estar perseguida o amenazada por mis fans es una de ellas.

- No tiene gracia - le espeté entrecortadamente, al borde del colapso. Entonces me tendió una caja de bombones, la abrí, y me introdujo uno de los dulces de chocolate en la boca con rapidez, casi me atraganta.

- Lo sé - me respondió entonces, tomando un mechón de mi encrespado cabello entre sus dedos, acariciándolo con dulzura - Puedes echarte atrás, Hermione, y romper con todo esto.

Negué enérgicamente con la cabeza, tragando el chocolate mientras enlazaba mi mano a la de Blaise, en señal de complicidad. Esto ya no era por Zabinni, sino por mi amor propio ¿Quién se creían que era? ¡Ja! Abandonar no era un verbo que entrara en mi vocabulario particular.

- No podrán conmigo.

Zabinni sonrió, complacido por la respuesta.

- Esta es mi chica.

El viernes, Blaise apareció a última hora de la tarde en el departamento, justo cuando me disponía a irme con Pansy para recuperar fuerzas durante el fin de semana y llegar el Lunes completamente renovada. Zabinni estaba apoyado en el marro de la puerta, con su cabello negro enmarcando su rostro, resaltando sus ojos azules, que nos observaban divertidos.

- Hola - saludó, cruzándose de brazos y siguiendo cada uno de nuestros movimientos.

- ¿Haciendo horas extras? - le pregunté con cierta burla, sabiendo que aquello en él era totalmente imposible, por no decir descabellado.

- Oh, tú siempre con ese humor tan divino querida - dio unos pasos hacia mí y me estampó un beso en la mejilla, haciendo que frunciera el ceño con reprobación - En verdad, vengo de parte de Astoria.

- Ah, mi amienemiga favorita - adujo Pansy, con una mano en la cadera y la otra en su cabello negro, que echaba de forma altanera hacia atrás - ¿Y ahora qué coño quiere esa consentida?

- ¿Amienemiga? - interrogó Blaise, mientras me ayudaba a recoger todas mis plumas y pergaminos desperdigados por mi mesa - ¿Qué es eso?

Mi amiga resopló, molesta, cerrando su maleta y colocándose debidamente su túnica de trabajo. Yo había escuchado a Pansy mencionar ese término algunas veces, pero no pensé que Astoria se hubiese ganado a pulso dicha mención especial.

- Hay cuatro tipos de chicas en el mundo. - comenzó su explicación, alzando los dedos de su mano derecha - A saber: Las chicas que te son indiferentes porque no compartes nada con ellas; las amigas, aquellas que están contigo en lo bueno, malo y lo que venga después; luego voy yo, única en especie y encanto - sonrió con altanería y orgullo, destilando elegancia por cada poro de su piel - Por último mención especial a las amienemigas, esas chicas que te dicen lo bella, magnífica y únicas que eres para luego morderse la lengua y lanzarte el veneno viperino de sus venas.

- Pero tú eres dama de honor de Astoria - Blaise lo dijo de forma objetiva, lo que no hizo que Pansy se tomara mejor el comentario.

- No lo hago por ella, sino por Draco - especificó, con el ceño fruncido y las manos apretadas en sus caderas, haciendo pliegues en su túnica de trabajo - Astoria es una mujer perversa, no quiere a nadie sino a ella misma y su reflejo en el espejo. Te dice “´Hola” cuando realmente por su mente viperina se dice “Piérdete zorra”.

- No seas mal pensada - exclamé - Además, es la prometida de Malfoy, tienes que darle un margen.

- Mira, Granger, si la conocieras desearías que todas las maldiciones del mundo mágico cayeran sobre ella - murmuró con pesar, resoplando al recordar algo - Ella no se merece a Draco.

Blaise y yo intercambiamos una mirada significativa, pero no dijimos nada al respecto. Creo que ambos pensamos lo mismo ¿estaría Pansy aún loca por Malfoy?¿realmente Astoria Greengrass es su amienemiga o simplemente son celos infundados? Blaise se acercó a mi amiga y la cogió del brazo, como queriéndole expresar que la apoyaba.

- Ella quiere que quedemos esta noche para cenar y salir a divertirnos - Pansy puso una mueca de asco - ¡Pero qué mona estás cuando te enfadas! Hemos quedado a las nueve en Gringotts - entonces Blaise me señaló a mí, sonriéndome con vehemencia fingida - Y tú, querida, también irás.

-¿Yo? -negué enérgicamente con la cabeza, exasperada por cómo disponía de mi vida a su antojo - Tengo planes, iba a quedarme en casa leyendo y tranquila, con una tableta de chocolate y sin escuchar murmullos alrededor.

- Vas a ir, Granger - su tono de voz no dejaba dudas de que era una orden. Besó la mejilla de Pansy y salió del departamento ignorando mis improperios contra su persona - Ah, y me he tomado el lujo de encargarte otro vestido, lo tienes en el salón de tu apartamento.

Miré a Pansy con ojos suplicantes en busca de ayuda, pero ella se encogió de hombros, siguiendo a Blaise.

- A mí no me metas en vuestras riñas de pareja.

Bien, pues si Zabinni quiere guerra, habrá guerra.

Como que me llamo Hermione Jean Granger que la tendrá.

*******

Al llegar a casa, tal y como Blaise me había señalado, estaba aquel suntuoso trozo de tela. Era un vestido de cóctel hasta la rodilla y de color negro con diferentes estampados de flores en varios tonos azules y blancos. Iba atado al cuello, y dejaba al descubierto más que un considerable escote entre mis pechos en forma ovalada. Resoplé con enfado:Aquello no era para mí. Tiré el regalo de Zabinni al suelo -ni siquiera me conmovió que fuera del conocido diseñador Óscar de la Renta- y me metí directamente en la ducha.

Lo único que me entusiasmaba de éste encuentro era que Pansy estaría presente, por lo que no todo estaba perdido. El resto era una soberana mierda. Según las indagaciones de mi amiga, sólo era una cena formal que era común celebrar entre los prometidos con sus respectivos padrinos y damas de honor, así que deduje que Nott también estaría, muy a mi pesar. Salí del baño, cogí mi varita y me sequé el cabello con un hechizo, no sin antes colocarme una crema que Pansy me había dejado para hacer que mi cabello quedara menos encrespado.

- Se llama “Perfect Ondas”, yo lo uso a veces - me comentó en su casa, donde nos dirigimos al salir del Ministerio.

La verdad es que el resultado era más que aceptable, por no decir asombroso: Mis cabellos, semejantes a pelo de rata, ahora estaban definidos, con unas ondulaciones elegantes que caían hasta la mitad de mi espalda. Me apunté en la mente que debía darle las gracias a Pansy en cuanto tuviera ocasión. Saqué un traje pantalón negro del armario, me maquillé en tonos claros los ojos, y cuando iba a vestirme tropecé con el elegante y poco discreto traje enviado por Blaise.

Lo miré como si fuera el peor de mis enemigos, pero era bonito, aunque demasiado provocativo a mi modo de ver; pero bueno, pensé, un Óscar de la Renta no se tiene todos los días, así que al menos podría probar cómo me quedaba y levantar mi ego femenino unas rayitas más ¿no? Luego me desharía de él y me enfundaría en mi sobrio traje de chaqueta negro, que de todos modos tampoco estaba mal -a pesar de que Pansy me había dejado claro la última vez que aquello en mi cuerpo era como si llevara “Un saco de patatas”-. Al mirarme al espejo casi no podía reconocerme. Mis ojos marrones observaban el espejo, horrorizada ¿de dónde mierda salían esas curvan tan poco prominentes? ¿y ese trasero que ocupaba dos campos de quidditch? ¿eso eran mis pechos o montículos de arena sin gracia o encanto alguno?

A mi mente vino el cuerpo voluptuoso de Pansy, sus líneas marcadamente femeninas que daban vértigo mirar, aquel busto siempre en su sitio y su cabello negro brillante, siempre con el peinado a la última moda. Definitivamente ese vestido estaba hecho para alguien como ella, y no una mojigata con pintas de sabihonda como yo, acostumbrada a llevar sus “sacos de patatas” comprados en las rebajas de Madame Malkin y Harrods. En vez de subirme el ego, aquello hizo que descendiera a pasos agigantados tan grandes que no envidiarían nada al mismísimo Hagrid.

Bajando de mi nube e inmersa en mis efectos me dispuse a quitarme el vestido cuando ¡Oh, sorpresa! ¿Qué demonios pasaba? ¿Por qué aquella tela no se despegaba de mi cuerpo? En esos instantes una nota apareció de la nada con un “Plop“, y al desenrollarla pude comprobar por su clara caligrafía que pertenecía a Blaise.

Querida Novia por Contrato:

Se me olvidó comentarte que el vestido lleva impreso el hechizo “Egolius”, lo que significa que hasta que yo no te diga el contra hechizo no podrás desprenderte de la prenda. Sabía que no era tu estilo, pero con sinceridad te digo que estarás bellísima con él.

Esperando ver los resultados.

Blaise

PD: Los zapatos están en el zapatero, de nuevo unos Manolo Blahnik, son los mejores.

Ah sí, Zabinni había cavado su tumba.

Llegué a Gringotts justo a tiempo, refunfuñando y lanzando maldiciones varias hacia Blaise y su dichoso vestido. Los tacones apenas me dejaban avanzar, tropezando con los adoquines cuando el tacón se metía entre los huecos de la calle. Aquello no ayudaba a aplacar mi furia. Junto a la puerta estaba Nott, con una camisa azul oscuro y unos pantalones de pinzas negros. Estaba apoyado contra la pared, y silbaba una canción alegre con desparpajo que cortó cuando me vio.

- Estás guapa - me dijo a modo de saludo, taladrándome con aquellos ojos tan oscuros como dos lagos negros - Aunque pareces un pato con esos zapatos: No puedes caminar derecha ni dos segundos.

- Gracias - respondí, ocultando mi rostro tras las ondas de mi recién estrenado look. Blaise me las pagaría.

Permanecimos callados hasta que Pansy -con gesto de enfado- apareció acompañada de una pelirroja alta, pálida y con un mohín de asco en la cara que me recordó a la mismísima Narcissa Malfoy en sus años de apogeo.

- Daphne, te presento a mi amiga Hermione - los ojos verdes de la muchacha destilaban un más que considerable malestar por mi presencia - Granger, ésta es Daphne Greengrass, la hermana de Astoria y su otra Dama de Honor.

Le tendí la mano, pero ella no me correspondió al saludo.

- Así que tú eres la novia de Blaise - me sometió a un análisis exhaustivo, jugando con su bolso de mano a juego con su vestido plateado - Pues no me pareces gran cosa.

- Es que estás celosa - atacó Nott, para mi sorpresa, y escuché que Pansy murmuraba “Chúpate esa, zorra“. Daphne los fulminó con la mirada, sepultándolos a dos metros bajo tierra, pero el chico no se inmutó -Pansy tampoco, todo hay que decirlo-, sino al contrario, nos dedicó una sonrisa sincera y burlona. Me estaba empezando a caer bien ese oso de Slyhterin.

- ¡Cariño, estás preciosa! - Blaise caminaba hacia nosotros, sin percatarse de la tensión que se masticaba en el ambiente. A su lado estaba Malfoy -sus ojos grises disparándome dagas venenosas e inquisitivas que yo esquivaba con presteza- y de su brazo estaba colgada la delicada y hermosa Astoria Greengras, que vestía un precioso traje morado de gasa.

Comparar a Daphne con Astoria era como desear que el agua y el aceite se fusionaran. Mientras que Daphne era alta, pelirroja y de ojos claro; Astoria era morena, de tez pálida y ojos astutos, enmarcados en un rostro ovalado que denotaba superioridad. Incluso yo que era de baja estatura le sacaba al menos diez centímetros. Todo en ella era delicadeza, elegancia y sobretodo fragilidad. Una pequeña muñeca de porcelana condenada a vivir eternamente al lado de un estúpido como Malfoy.

- Hola, Hermione - su voz era suave, como un susurro a medianoche - En la fiesta no nos presentaron debidamente - sus ojos se dirigieron entonces hacia Blaise, que estaba junto a mí - Nuestro Zabinni no para de mencionarte constantemente.

- ¿Esperamos a alguien más? - intervino Malfoy, con un tono de voz áspero como una lija. Permanecía al lado de su novia, tenso y rígido como una escoba de quidditch.

- Creo que ya estamos todos, querido - Astoria le acariciaba el brazo por encima de la camisa, distraída. Se giró un poco para encarar al resto del grupo - ¿Dónde vamos a cenar? - no esperó respuesta y añadió - Yo creo que nuestra querida Hermione podría llevarnos a uno de los lugares que ella frecuenta, así conocemos su mundo.

- No es un Dragón, Astoria, sino una bruja hija de muggles - inquirió molesta Pansy - No hay tanta diferencia.

- Bueno… - intenté hablar, pero Daphne me cortó.

- ¿No conoces ningún lugar muggle digno de nosotros acaso, Granger?

- Oh, Daphne, los estercoleros con aroma a zorra que tú frecuentas no son locales habituales en nuestra agenda social - respondió Pansy, haciendo que Nott ahogara una carcajada con un repentino ataque de tos. La aludida fue a responder, pero Astoria alzó una mano y su hermana se mordió la lengua, roja de furia y rabia.

- Disculpa a mi hermana, Hermione - me dedicó una sonrisa fría, sin ápice de arrepentimiento - Ella a veces es un poco… ¿cómo llamarla? ¿pasional?

- Impertinente - corrigió Blaise, pasando su brazo por mi cintura -el roce de su camisa con mi traje soltó un breve frú-frú - con afán posesivo.

Miré a Zabinni, luego a Astoria y Malfoy, por último al resto del grupo. Yo no encajaba entre esos magos de sangre pura, ni con sus costumbres, altanería y egoísmo. De repente toda la rabia acumulada durante la semana (El hechizo de Zabinni, las miradas de Malfoy, el despotismo de Daphne o la incapacidad de comprender de mis amigos) se apoderó de mi cuerpo, de mi mente y no pude razonar con claridad.

Esto era la guerra, y yo iba a ganarla.

Antes de que me diese cuenta, mi boca ya soltaba aquellas palabras malditas, enfundada en la más cínica de mis sonrisas.

- Conozco un sitio perfecto - anuncié. Pansy me miró desconcertada, Nott con escepticismo y Malfoy alzó una ceja, como si aquello no tuviera sentido. Blaise, por el contrario, parecía satisfecho. Preferí ignorarlos a todos - No está muy lejos, sólo a unas pocas manzanas de aquí.

- ¡Perfecto! - exclamó Astoria, complacida por mi docilidad y emprendiendo el camino hacia el Caldero Chorreante, directos al Londres muggle - ¿Y cómo se llama?

- Su dueño es Ronald - mi sonrisa se hizo más amplia - Ronald Mc Donalds.

- Tiene estilo - aceptó Nott, a mis espaldas, y vi de reojo que Pansy se tapaba la boca para ocultar una carcajada.

- Ah, sí, ni te lo imaginas - respondí.

Aquella sería mi venganza.

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Dedicado a Ro, que le encanta ésta historia ^^ e hizo una para mí en su blog. ¡Te quiero nena!

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